Cinco minutos malos en el último cuarto, un poco más de suerte en cuatro o cinco tiros que pudieron entrar y los escupió el aro y un imperial Bojan Dubljevic en el equipo contrario fueron tres factores de riesgo claves anoche para explicar la derrota del Unicaja en Valencia, en el inicio de una final de la Eurocup que tiene pinta de que puede ir para largo. Ojalá...

La situación es límite. Si el Unicaja quiere ser campeón de Europa de hoy en siete días ya sabe lo que le toca: ganar el viernes en el Martín Carpena y el miércoles siguiente en La Fonteta. El Valencia Basket dio primero ayer en el arranque del play off final continental al mejor de tres partidos y los de Pedro Martínez se quedan ahora a las puertas del «eurotítulo».

El ansiado «Fontetazo» no llegó. Al equipo de Los Guindos le faltó contundencia y pegada un par de veces que tuvo al rival grogui. Es el sino esta temporada cada vez que juega contra el Valencia Basket. Amaga, amaga y amaga... pero no termina de dar. Van ya cinco derrotas seguidas con los taronjas. Una carga demasiado pesada en lo deportivo y también en lo anímico.

Musli, baja decisiva

Mi pregunta hoy es: ¿qué habría pasado anoche con Dejan Musli en la pista? ¿Habría sido Dubljevic tan decisivo? No es cuestión de acordarse del que no está, pero es que los centímetros del serbio se echaron mucho en falta. Creo que la estrella de los valencianos habría tenido muchos más problemas con el ex del Manresa en la pista y que el Unicaja habría aumentado exponencialmente sus opciones de éxito. Es mi percepción tras los 40 minutos de ayer. Pero eso ya no lo sabremos nunca.

Plaza sacó todo su repertorio de la pizarra. Le dio minutos a Lafayette, que aprovechó bien, por cierto. Jugó también la baza de Viny en la pintura, que estuvo intenso atrás y muy activo en ataque. Jugó sin «center», sin alero alto... Toda su estrategia le valió para competir y para estar siempre enganchado al partido, pero no para ganar, el único objetivo ayer real en el arranque de la finalísima europea.

El partido fue intenso, vibrante, emocionante. Digno de los dos mejores equipos de esta Eurocup. Los verdes entraron en la final como una bala, pero para el 7-17 hubo reacción local inmediata, incluso antes del final del primer cuarto (20-20). Y para el 26-35 del esprint final del segundo cuarto, otra contestación exprés taronja, previa al descanso (35-35).

Tras el intermedio, el guión fue muy parecido, con intercambio de canastas de unos y otros y un marcador sin dueño ni control. El Unicaja, muy bien todo el partido, tuvo cinco minutillos de desconexión al arrancar el último cuarto que el Valencia aprovechó para irse de 8 un par de veces (60-52 y 65-57). Fue el momento en el que Dubljevic, para mí uno de los mejores pívots de la Liga Endesa, dijo «aquí estoy yo». El montenegrino mató el partido con sus triples y sus rebotes. Una lástima. ¡Ay! Musli, Musli. Maldito esguince de tobillo. ¡Qué rabia!

Gran ambiente

La Fonteta también puso de su parte para el 1-0 en la eliminatoria. El aliento de la grada naranja fue incondicional e infinito hacia su equipo desde la mismísima rueda de calentamiento. Desde mucho antes de empezar el partido, la Fuente de San Luis ya era una caldera. Un ambiente de lujo propio de una final europea de postín.

Entre tanto color naranja, 55 valientes que se pegaron ayer 600 kilómetros para allá y 600 kilómetros para acá desde Málaga a Valencia y desde Valencia a Málaga. 18 horas de carretera para que el equipo no se sintiese solo sobre el parqué taronja. Aunque parezca casi imposible, la mini «marea verde» incluso se hizo oír de forma puntual, anunciando que pasado mañana, en el Martín Carpena, el infierno cambiará de color

En fin. Nada nuevo que no pudiéramos esperar. Nadie dijo que esto iba a ser fácil. El Valencia Basket es hoy más favorito todavía que ayer o que antes de ayer para ganar esta Eurocup. Es verdad. Pero ahora la final viaja a Málaga. Y ahí, el Unicaja puede y debe también hacer valer el factor campo. Poner este próximo viernes el 1-1 en la serie significaría volver a Valencia el miércoles de la próxima semana a un todo o nada para el que ya no habría vuelta atrás y en el que cualquier cosa podría pasar.

La final está difícil, más que nunca, pero (todavía) no hay nada perdido. Próxima estación: Martín Carpena. ¡Ojo al horario!: Viernes, 21 horas. Yo creo.