El Unicaja está al borde del ko. Y buena parte de culpa la tiene el indigno partido cajista esta noche en Madrid. El equipo verde ha sido apaleado y vilipendiado en la capital del España por un Real Madrid que no quería rehenes, que demostró que lo del miércoles fue un accidente y que martilleó con dureza el aro cajista. Un partido, con unas diferencias impropias en unas semifinales, que deja muy tocada la moral verde ahora que la serie viene a Málaga.

Pero como decíamos, el Unicaja ni se ha presentado en el WiZink Center de Madrid. No al menos el equipo que nos tenía acostumbrado en los últimos meses, donde luchaba, anotaba y plantaba cara a cualquier rival y en cualquier escenario. Pero anoche Carroll se vistió de Llull y casi al primer golpe al mentón, el equipo de Plaza se fue a la lona. Y lo hizo de tal manera que ni pudo levantar la bandera blanca de rendición.

Pero lo peor no es perder, es el poso que deja la derrota. Porque el Unicaja, cuando le vinieron mal dadas, bajó los brazos, dejó de defender y el resultado fue tan abultado y bochornoso que casi era un suplicio aguantar hasta el final. No, no fue el Unicaja ni sus guerreros habituales.

Lo cierto es que sorprender al Madrid se antojaba como tarea sumamente complicada. Y más si cabe tras el renuncio del primer partido. El Madrid ya tenía aprendida la lección y no quería sustos. El partido comenzó con ritmo anotador de unos y otros, pero una velocidad que no beneficiaba en nada a Unicaja. Llull seguía en estado de gracia y las dos faltas tempraneras de Alberto complicaba al inicio. El menorquín sumó 10 puntos, pero el cuarto acaba 27-23. Sin defensa, pero con acierto en ataque.

Fue en el segundo acto cuando el partido y su competitividad se fueron al garete. Carroll empezó a enchufar. Un triple, otro, y otro... Y así hasta seis triples en diez minutos. La incomparecencia cajista había quedado de manifiesto y el partido ya estaba roto al descanso (57-33).

El Unicaja, lejos de salir enrabietado de vestuarios lo hizo superado y entregado. Los de Plaza, si habían defendido poco en la primera mitad, estaban dispuestos a defender menos. Y claro, la renta se amplió hasta el 71-39 de máxima en el ecuador del cuarto. Ni Nedovic, ni Fogg -que volvía a jugar y anotaba sus primeros puntos de play off- ni Alberto ni nadie. El Unicaja era un títere en manos de los de Laso. Un juguete roto esperando ser defenestrado. Al último cuarto se llegó con un claro 79-49.

Y con poca historia acabó el partido, con el interés de maquillar de Unicaja y con el Real Madrid más pendiente en rotar a sus estrellas, aunque sin levantar el pie del acelerador. Los puntos finales no cuentan, no tienen trascendencia, son sombra aquí y allá. La verdad se jugó en el segundo cuarto. Y ahí el Unicaja no compareció. Habrá que ver si el domingo sí se presenta en el tercer partido y con su gente en la grada.