Liga Endesa. Hace sólo un par de temporadas, en el curso 2014/15. El Unicaja había finalizado en la tercera plaza en la Fase Regular. Los cuartos de final enfrentaron al equipo malagueño con el Baskonia, con factor pista para los verdes. Victoria en casa (69-55) y derrota en Vitoria: 92-82. El tercero y definitivo, en Málaga, se quedó en casa: 89-77. A semifinales, contra el FC Barcelona.

El Unicaja viajó confiado a la Ciudad Condal. Había sido un buen año. Venía de las catacumbas, de no jugar ni siquiera play off. El primer año de Joan Plaza recuperó la autoestima y en ese segundo curso, el equipo malagueño estuvo arriba en la Liga durante toda la temporada, con 25 victorias y sólo 9 derrotas, a sólo dos del campeón de la Fase Regular (Real Madrid) y empatado con el propio Barça. El equipo volvió a clasificarse para el Top 16 de la Euroliga y había regresado, años después, a las semifinales de la Copa del Rey, donde había caído, precisamente, ante el equipo culé.

Había buenas sensaciones. El Unicaja estaba confiado, sin nada que perder. Acudió al Palau Blaugrana un viernes, por la noche, para abrir la serie y tratar de dar la sorpresa. Y lo que se llevó fue un sopapo descomunal. De los que duelen. De los que hacen mucho daño. El Unicaja cayó ridiculizado: 91-60.

Fue un descalabro descomunal. Por eso, el segundo partido de la serie, un domingo por la mañana, debía ver al mejor Unicaja. Y lo que volvió a ocurrir fue que el equipo malagueño siguió perdido, desbordado, sin recursos? El resultado fue igual de llamativo: 91-70. Un desastre, como el ocurrido el viernes en Madrid.

Por eso, quien más y quien menos, pensaba que el tercer partido iba a ser una marcha militar culé. Otra sangría. Hasta el Carpena dejó por ocupar casi mil asientos. Eso sí, los más de 9.000 que acudieron aquel 10 de junio de 2015 pasaron una de las mejores noches de sus vidas baloncestísticas. El Unicaja no se entregó. No se rindió. Todo lo contrario. Fue un partido igualadísimo. Tanto, que se llegó a la prórroga. Y ahí el Carpena dictó sentencia. El Unicaja ganó por 89-84. Con 13 puntos de Carlos Suárez, el máximo anotador verde. El cuarto partido fue una exhibición malagueña, que llegó al descanso ganando por 41-24. El partido, de nuevo, se quedó en Málaga: 77-66.

Lo que parecía imposible ocurrió. El Unicaja ganó dos partidos consecutivos tras sus dos ridículos iniciales. El equipo se rehizo. Luchó, se encontró y empató la eliminatoria, que volvía al Palau, con toda la presión ahora para los blaugrana.

El Unicaja luchó con orgullo en Barcelona, tuvo el partido en su mano y, finalmente, perdió por un triple de Juan Carlos Navarro: 77-74. Nada que objetar. Ahora, un par de temporadas después, el Unicaja vuelve a caer por 2-0 en una serie de «semis». Y con un varapalo en Madrid, como los dos que recibió en su día contra el Barça. Se levantó aquella vez y luchó como lo hacen los grandes equipos. El Unicaja debe elegir ahora si elige ese camino o se deja ir. Suya es la decisión.