Fue sin duda el momento más emotivo de la Gala del baloncesto provincial de Málaga que se celebró el pasado viernes en el auditorio Edgar Neville de la Diputación de Málaga. Susana García (estuviste increíble) consiguió emocionarnos a todos al presentar a los premiados para esta temporada al galardón Lidia Hierrezuelo. Bien es cierto que ya es emocionante para todos los que la conocimos oír el nombre de Lidia, pero Susana logró que tuviera que hacer grandes esfuerzos para que no se me saltara una lágrima cuando habló de su amigo Eusebio Navarro y de su marido Iván Ortego. Como es lógico, cuando habló de Iván el escenario del auditorio se llenó de respeto, admiración y amor. Ella definió a su marido como un visionario y a mí me encantó ese adjetivo. Puso varios ejemplos de por qué consideraba un visionario a su esposo. Habló de que Iván hace muchos años, cuando los insultos en las gradas eran mucho más esporádicos que ahora, ya paraba partidos hasta que no cesaran esas faltas de respeto.

Iván empezó su alocución con una frase que me encantó: «Parece que los árbitros no se pueden equivocar». Qué razón tienes, Iván, y qué injustos somos muchas veces con vosotros. Como si el resto no nos equivocáramos. Cuando Iván tomó la palabra, el esfuerzo para que las lágrimas no corrieran por su cara o para que la voz no se le cortara lo tuvo que hacer él. Y es que tenía una noticia muy importante para todo el baloncesto malagueño. Lo hizo sacando del bolsillo de su americana un silbato. Fue ese el momento en el que nos anunció que se retira del arbitraje después de una larga trayectoria de yo no sé cuántos años y partidos.

Dirigió muchos partidos en los que yo estaba en el banquillo. Mi imagen de Iván es la de un árbitro que se tomaba su trabajo muy en serio, que no permitía que nadie la discutiera una decisión, porque él tenía claro lo que había sancionado y lo había hecho con total honestidad. La cualidad que siempre me impactó más de él era que tenía clarísimo lo que estaba dirigiendo, en mi caso siempre fue baloncesto de formación. Él sabía que ahí su trabajo no sólo consistía en arbitrar el partido, sino en ayudar a educar a jugadores, entrenadores y compañeros árbitros. Iván me enseñó que el árbitro también es educador y jamás olvidaré muchas de las veces que se acercó a mi zona de banquillo para comentarme cualquier circunstancia que él considerara oportuna con el objeto de ayudarme en la formación de mis jugadores.

Cuando Iván estaba designado para tu partido sabías que no podrías protestar ninguna decisión por el tremendo respeto y seriedad que irradia, pero era garantía de que tenías una oportunidad de aprender algo en formación de valores y educación. Es un gran árbitro que ha sido parte importante en la formación de muchos árbitros malagueños, entre ellos Dani Hierrezuelo. Pero quizás no tuvo la suerte de estar bien apadrinado en su momento para haber pitado mucho más arriba porque cualidades tenía y tiene.

Cuando tienes la fortuna de conocerlo como persona y tener trato con él, el respeto que ya le tienes como árbitro se convierte en admiración. Iván es de esas personas que son incómodas para los mediocres porque te dice con honestidad lo que piensa para hacerte mejor aunque sepa que lo que te dice no te va a gustar. Esto muchos lo ven como un defecto y en numerables ocasiones te perjudica más que te beneficia si a los que les diriges tus comentarios prefieren rodearse de gente peor que ellos para que nadie les mueva el sillón. Yo lo veo como una virtud que ayuda a mejorar y que honra a la personalidad de Iván, en este caso.

Querido Iván, estoy convencido de que esta decisión está muy bien meditada y los demás no tenemos más que respetarla. Tienes todo el derecho a colgar el silbato si así lo has decidido. Pero tienes que saber que el baloncesto no puede permitirse el lujo de perderte, debes seguir enseñándonos a amar este deporte como tú lo amas. Puedes dejar de pitar, pero jamás dejarás el baloncesto porque te necesitamos tanto como tú necesitas a este deporte. Por eso estoy seguro de que nos seguiremos viendo en las canchas. Un gran abrazo, amigo.