Había comenzado a jugar al baloncesto a los 5 años siguiendo la tradición familiar. Su padre Domingos y su hermano jugaban al deporte de la pelota naranja y el pequeño Marcelinho no quería ser menos. Pronto se vieron cualidades en el joven jugador y con 17 años se marchó al estado estadounidense de Texas, a la Coppel High School. Nada más regresar de su aventura americana participó en un campus en Sao Paolo donde entre otros estaba «El señor de los anillos europeo», Zeljko Obradovic. El técnico, al poco de verlo, pronunció la frase que encabeza este artículo: «Este niño está listo. ¡Y vaya si lo estaba! Después de dos buenas temporadas en Brasil aterrizaba en Europa. Su primera experiencia fue con el Breogán de Lugo. El cuadro gallego contó con él para la Liga de Verano de la ACB, que entonces se jugaba en Fuenlabrada. La experiencia no fue muy positiva y volvió a Brasil para incorporarse la temporada siguiente al Joventut de Aíto García Reneses. Un equipo que contaba con Joan Plaza como técnico asistente. Plaza trabajó mucho con el brasileño. De hecho, años después, cuando Moncho Monsalve se hizo cargo de la selección brasileña tuvo unas palabras de agradecimiento a los dos entrenadores por el trabajo realizado en Badalona con el jugador.

Marcelinho, al que fuera de la cancha de baloncesto nadie llama así -todos le llaman Marcelo o Marce-­, siempre ha tenido claros sus objetivos y los ha ido logrando uno a uno. Hasta la NBA, que parecía ya olvidada. Trabajador incansable, nunca arroja la toalla como bien cuenta su mujer, Graziella Cintra. Cuando fue a pedirle matrimonio pensaba hacerlo en un barco cerca de su casa, en Manhattan Beach (California), pero ese día llovía y como era invierno se hizo pronto de noche. Tuvo que aplazar la petición, pero no se rindió. Su segundo intento fue en una bodega californiana. Tenía todo contratado pero un imprevisto en el trabajo anuló la cita. A la tercera no podía fallar y elaboró un plan más seguro y práctico: un vídeo con los mejores recuerdos de la pareja y cuya última foto era un anillo de compromiso que inmediatamente se hizo realidad delante de Graziella. Ese es Marcelinho, siempre buscando la mejor solución para solucionar los problemas que tiene.

El carioca también posee una gran virtud:su gran acierto en los momentos finales. Apodado por Daniel Barranquero como el «Henri Sanson» de la ACB, suyas han sido muchas de las canastas decisivas más recordadas. Henri Sanson fue un célebre verdugo francés que durante 40 años pasó por la guillotina a más de 3.000 personas, entre ellas a Robespierre, María Antonieta o Luis XV. El Unicaja también fue víctima de su acierto en los minutos finales en la recta final 2009/10. Huertas quiere el balón en sus manos en los minutos calientes y si falla no pone excusas. Nada más llegar a la NBA, en una entrevista a un periódico brasileño, decía: «Hay que rendir al máximo desde el primer día. A nadie le importa si soy el nuevo. Sólo les preocupa lo que rinda». Es su filosofía. Si la espera por Jayson Granger no lo estropea y el Unicaja cierra su fichaje, Plaza tendrá un director de juego de primer nivel y rendimiento inmediato, que además tiene muchas más cualidades porque, como recuerda el lema del estudio de arquitectura de su mujer: «Lo esencial es invisible a los ojos». Suerte€