Una noche nefasta en ataque del Unicaja, sin chispa, sin ideas y sin ningún «flow» condenó al Unicaja ayer a una derrota inesperada frente al Brose Baskets alemán, que llegó colista al Martín Carpena y salió reforzado de Málaga, tras 40 minutos en los que el equipo de Joan Plaza fue una sombra de sí mismo delante y detrás.

El Unicaja no podía (o al menos no debía) fallar ante el campeón de Alemania. Tenía que ganar sí o sí, pero no tuvo su noche. Pocos partidos habrá en esta exigente Euroliga en los que el Unicaja sea favorito. Ayer, ante el colista y jugando como local, el equipo verde parecía tenerlo todo de cara. El equipo empezó bien, pero sus primeras transiciones rápidas y canastas cómodas fueron un espejismo con el paso de los minutos. El ataque verde fue un suplicio cada vez que el equipo no pudo correr. La defensa hizo aguas a poco que el rival tuvo paciencia para mover el balón. Entre unas cosas y otras, el Brose empezó a creérselo y a pesar del arreón final, más con el corazón que con la cabeza, el campeón de Alemania aguantó para dejar el Carpena mudo y mandar la afición «pa» casa con el disgusto de la oportunidad perdida.

Tras dos derrotas seguidas la semana pasada, la última en el Wizink Center de Madrid bastante fea, el equipo de Joan Plaza no supo reaccionar anoche en el inicio de sus «5 días de Oro», con citas ante este Brose de ayer, el Valencia Basket de mañana (fuera) y el Movistar Estudiantes del domingo (en casa).

No se le puede poner ni un solo pero al triunfo de los germanos. Y es que fue un mal partido de los chicos de Joan Plaza de principio a fin. El guión decía que el Brose, con menos talento en su plantel, aguantaría al principio, pero acabaría cediendo ante el mayor arsenal de los verdes. Que todo sería cuestión de tiempo. Pero los 40 minutos de juego dictaron otra cosa bien distinta. El Unicaja fue incapaz de juntar cuatro o cinco minutos buenos seguidos, tuvo peores porcentajes de acierto que el Brose en tiros de 2, en triples y también en tiros libres (donde firmó un raquítico 64.3%). No ganó tampoco la lucha bajo los aros ni supo meterle la intensidad y la energía que requería la situación. La suma de tantos factores negativos desembocó en la derrota final, que supone un paso atrás muy serio en el ambicioso objetivo cajista de estar en los cruces de cuartos de final, cuando esta Liga Regular eche el cierre dentro de unos cuantos meses. Jugando a este nivel, desde luego, parece un reto virtualmente imposible.

Nedovic no supo cerrar el partido en los últimos ataques, pero al menos el escolta fue el que mantuvo al equipo antes con sus canastas. Brooks tuvo un esprint final que también hizo pensar que la remontada podía llegar, cuando el 67-73, a 3:39 del final, hizo desfilar a más de uno en busca del choque y la cenita en casa. Pero quitando al exterior serbio y al ala-pívot americano, casi ninguno de los demás estuvo a la altura de las circunstancias. Y eso es muy poco bagaje, si tenemos en cuenta que estamos en la mejor competición del baloncesto continental y aquí el más «tonto te hace un reloj».

El debate abierto sobre la situación deportiva de Dejan Musli en el equipo tuvo ayer un nuevo capítulo. Mientras Gio Shermadini no se parezca un poco más a la versión que mostró los últimos dos años en Andorra, los dimes y diretes estarán a la orden del día. Ayer, el pívot serbio volvió a jugar, pero poco y sin acierto. Salió en el segundo cuarto, jugó poco más de cinco minutos y medio... y ya no se le volvió a ver por el parqué.

La verdad es que lo de anoche fue un jarro de agua fría. El equipo mostró ciertos síntomas preocupantes para atacar en el cinco contra cinco. Hay que trabajar mucho y buscar más soluciones que el «Nedosistema», que valdrá muchos días para sumar, pero que no puede ser el único recurso cada vez que haya que encarar el aro rival. Esto no para. Mañana, viaje a Valencia. Espera el viernes La Fonteta.