Del domingo 12 de noviembre a ayer, 19 del mismo mes, han pasado muchas cosas en el baloncesto. Para el Unicaja, todas han sido malas. El equipo malagueño ha vivido en estos ocho días una semana «horríbilis» en la que ha encajado, por primera vez en lo que va de curso, cuatro derrotas consecutivas. Lo ha hecho, además, transmitiendo malísimas sensaciones, con unos números lamentables y, lo peor, tirando a la basura un par de partidos que tenía que ganar sí o sí.

La semana «horríbilis» del Unicaja le hace bajar al octavo puesto de la ACB y complicarse muchísimo su futuro en la Euroliga y le obliga en la ACB a no cometer más errores de bulto si quiere estar en la Copa del Rey 2018 que se celebrará en las Las Palmas.

Estos desastrosos ocho días arrancaron el domingo de la pasada semana, en San Sebastián. El equipo malagueño viajó al País Vasco consciente de que ese partido había que sacarlo adelante obligatoriamente. El Gipuzkoa, un equipo humilde, llegaba en un mal momento. Pero se vio la peor versión del Unicaja. Un encuentro cargado de pasotismo, en el que los malagueños perdieron por 71-63. Un duelo, además, en el que Nemanja Nedovic volvió a hacerse daño en su hombro izquierdo, el que ya le tuvo en el dique seco un mes este verano y le impidió disputar con su selección el Eurobásket. La tortura sólo acababa de comenzar...

La Euroliga propuso una semana de dos partidos, arrancando el martes en Málaga, ante el Zalgiris. Un rival duro y correoso, pero al que había que derrotar para seguir sumando en el casillero y mantener vivo el objetivo de disputar el Top 8 de la máxima competición continental. El Unicaja, al menos, le puso alma. Poco baloncesto, eso sí. Llegó a ir 20 puntos abajo y remontó, forzó una prórroga pero cayó sobre la bocina: 83-85.

Sin tiempo de lamerse las heridas, el cuadro de Joan Plaza viajó el miércoles a Madrid para jugar el jueves contra el Real Madrid. Un rival imponente que compareció con muchas dudas, un buen número de derrotas y bajas por lesión. Pero el Unicaja no se tomó lo suficientemente en serio ese duelo, se refugió en una defensa zonal y Plaza dio minutos a los menos habituales. La paliza fue mayúscula: 89-57. Horribles sensaciones y peores números: 50 de valoración, 16 pérdidas, sólo 57 puntos. Una pena.

Y llegó el Unicaja al cuarto partido de la serie, en Andorra. Una pista complicada y un diagnóstico incierto. El Unicaja, acostumbrado a la derrota, tampoco fue capaz de ganarse el derecho a merecerse el triunfo. Lo hizo mal de nuevo el cuadro verde: 66-60. Y peores números aún, lo que ya era realmente complicado: sólo 8 asistencias, nula actividad en el rebote y 47 patéticos puntos de valoración.

Y es que si el regusto que ha dejado el Unicaja en estos cuatro encuentros es amargo, las frías estadísticas son aún más puñeteras. En estos cuatro encuentros, el equipo malagueño ha promediado sólo 65,75 puntos.

Una media realmente pobre para un equipo del potencial del malagueño. Muy pocos puntos que echarse a la boca. En estos duelos, el Unicaja ha metido 10 puntos menos por partido que en su promedio en esta temporada: 75,1. El equipo ha recibido 77,5 puntos, lo que está en línea con sus promedios del curso: 76,1. El problema es, evidentemente, ofensivo. Sí que llama la atención la paupérrima valoración verde.

El Unicaja ha hecho 60,75 puntos en esta mala racha. La media del curso es de 81,8. Por ampliar la comparación, el Unicaja firmó en la pasada 2016/17 una media de 88,2. Muy superior... Y es también sonrojante los porcentajes de tiro. Es difícil hacerlo peor que este Unicaja de cuatro partidos: 42,7% en tiros de dos (71/166) y 23,5% en triples (20/85). Si a todo este cúmulo de despropósitos le añadimos que el equipo ha elevado sus pérdidas a 13,25 (12,9 es su media) por encuentro en esta miniracha y que ha disminuido sus asistencias a sólo 12,25 (16,4 firma este año) pues salen a relucir las muchas deficiencias mostradas en la semana «horribilis».