El Unicaja ha recuperado la sonrisa. Ojalá que durante una larga temporada. Al menos, de aquí a Reyes, donde se enlazan encuentros trepidantes de Euroliga y vitales en la ACB para acudir en febrero a la Copa de Las Palmas. El equipo se ha liberado de las tensiones y ha comenzado a jugar, por fin, con soltura. Lo hizo en muchos momentos en Atenas o Vitoria, pero le faltó instinto de killer. En Zaragoza se desmelenó y debía confirmar, ante un Khimki con una pegada descomunal gracias al genial Alexey Shved, que todo lo mostrado en las últimas semanas iba en serio. Y el Unicaja lo hizo. Jugó a un nivel, en muchos momentos, sensacional. Se divirtió e hizo disfrutar a la grada. El Unicaja tiró de maravilla (48% en triples), se pasó la pelota (24 asistencias), reboteó (33), cuidó el balón (¡sólo 6 pérdidas!) y encontró siempre soluciones. Casi siempre de forma colectiva. Y, cuando el partido requirió de arreones, aparecieron, por momentos, Nedovic, los triples de Waczynski -primero- y otras tres bombas de Dani Díez (sí, de Dani Díez) que hicieron sucumbir a los rusos.

Da la sensación de que cada integrante del equipo sale ahora sin piedras en los bolsillos. Que cada jugador se ha quitado un peso de encima. Y que cada uno, ahora sí, ha encontrado su sitio. Que cada cual sabe lo que tiene que hacer en la pista. Y que Joan Plaza, ahora sí, ha mejorado la rotación y en cada partido utiliza a los que mejor están. Se llame como se llame.

Con 28 minutos en pista, Nedovic puede llegar a los 21 puntos con 15 tiros. Y si Waczynski atraviesa un momento bueno, pues se le pasa la bola: 15 puntos. Y si Brooks da señales de estar fino pues está en pista 31 minutos. ¡¡¡No pasa nada!!! En Tenerife quizá sea Carlos Suárez el que los tenga (si supera sus problemas en el cuello). Aprovechar los recursos en el momento necesario. Pensar en que hay que ganar hoy. Porque mañana quizá la Euroliga ya sea historia. Porque ser colista duele la vista. Y salir, tras esta victoria, de esa última posición era muy necesario.

El equipo jugó a un grandísimo nivel ante el Khimki. Hizo muchas cosas bien. No hizo tan mal defensa a pesar de encajar 84 puntos. Y se fue a los 93. Que eso parecía imposible e inviable hace apenas unos días. De hecho, el Unicaja arrancó la jornada 12 como el peor en anotación de toda la Euroliga, con un promedio de 72 puntos. Y ayer se fue a los 93 puntos. Había hecho ya 27 en el primer cuarto, fruto de un arranque pletórico. Y volvió a anotar 26 en el último, cuando hubo una montaña rusa (nunca mejor dicho hoy) en la que el marcador bailó de un lado a otro. Los famosos «dientes de sierra» de Joan Plaza

fruto a la locura anotadora de King Kong Waczynski. El polaco atraviesa su mejor momento desde que aterrizó en Málaga. Y eso le da al equipo un registro más del que carecía. El polaco, además, se lo cree. Y contagia. Con esa ventaja, el Khimki se sintió herido. Markovic, que volvió sin chispa a Málaga, anotó su único triple de todo el partido. Honeycutt siguió su estela y los rusos se marcaron un parcial de 0-10 a su favor: 75-78. Ver para creer.

¿Y saben quién apareció? Pues Dani Díez. Inédito los dos últimos partidos, el alero fue clave con dos «bombas» consecutivas. A Bartzokas se le fue la protesta de las manos y se ganó la técnica. El Unicaja devolvió el parcial, con un 13-0 de escándalo: 88-78. En esa racha James Augustine hizo mucho daño, como en todo el choque. Porque el pívot americano, que había pasado cuatro temporadas en el Khimki, firmó el mejor partido que ha hecho este curso un jugador del Unicaja. Así lo dicen sus 31 de valoración y su doble-doble con 14 puntos y 12 rebotes, a los que debe unir 5 recuperaciones de balón para irse a los 31 de valoración. Sí, 31. Una salvajada la del veterano jugador, que sólo falló uno de sus ocho tiros a canasta y que capturó seis rebotes de sus 12 en ataque. Puro caviar lo de este Augustine. Él fue el motor del Unicaja y, cómo no, Nemanja Nedovic fue la gasolina. «Nedo» se puso en modo súper en muchas ocasiones. Comprendió bien el partido y anotó 21 puntazos, con un par de penetraciones marca de la casa que pusieron en pie al Palacio.

El Unicaja ganó al Khimki de Shved (28 puntos para el talento ruso, con 5 de 17 en triples). Cortó cinco derrotas consecutivas. Y recuperó las sensaciones, el positivismo, la alegría y, por fin, volvió a disfrutar jugando al baloncesto.