El Unicaja se atragantó anoche, antes de tiempo, con las uvas en Bilbao en una recta final de partido impropio de un equipo de su nivel. Jugó sin cabeza, no hubo ni una sola decisión acertada, permitió que el argentino Redivo hiciera de Nedovic y tiró al traste un partido digno, que se jugó como había que jugarlo y que acabó desquiciado. Una pena despedir este 2017 que hoy se nos va ya, el histórico año en el que se volvió a levantar un título, y apenas 48 horas después de conquistar La Mano de Elías de Tel Aviv. Con el RETAbet Bilbao pidiendo clemencia, el Unicaja se fue del partido. Fue Alberto Díaz quien se comió el marrón. La pizarra verde fue incapaz de diseñar una sola jugada de seguridad: un aclarado para «Nedo» -perdido anoche en defensa y ataque-, un balón interior a un Shermadini inconmensurable o un tiro liberado para «King Kong» Waczynski. Nada de eso salió de la libreta de sistemas. Alberto no anduvo, además, acertado y con medio equipo sin querer la bola (el extrapase de Brooks en la esquina dañó la vista), el Unicaja se arrodilló y acabó perdiendo un partido que tenía ganadísimo.

Las caras de Veljko Mrsic, sus jugadores y todo el Bilbao Arena eran un poema cuando Augustine puso el 51-60 en el marcador. El Unicaja había sido capaz de derrotar su desacierto (0 de 14 en triples hasta que Waczynski anotó el primero sobre la bocina que indicaba el camino al vestuario). Supo vivir de Shermadini por dentro, que sacó faltas y tiros libres. El Unicaja supo reconducir la situación cuando un sucio guantazo a propósito de Mumbrú sacó del partido a Brooks. Con 30-38, la antideportiva al americano puso a los locales en igualdad (38-38). La indolencia de Brooks le costó al Unicaja ocho puntos. En deporte profesional no te puedes permitir eso. Brooks no es nuevo en la Liga, ya sabe quién es Mumbrú y ha de controlar sus emociones. Hablo de indolencia de Brooks. Doctores tiene la Iglesia para catalogar ese guantazo antideportivo de Mumbrú.

Pero también se rehizo el equipo malagueño. Surgieron las muñecas de Waczynski, Nedovic y Salin para reconducir la situación y permitir, ahora sí a base de triples, llegar al último cuarto con ventaja (45-54). Un alley oop a 6:50 del final entre McCallum y Augustine puso ese 51-60. Y, con permiso, abrimos paréntesis. De nuevo McCallum, tras su exhibición en Tel Aviv, volvió a las andadas. No le exijo al americano que meta 20 puntos por partido. Ni siquiera 15. ¡Pero sí quiero verle tirar a canasta! No demasiado de tres, que sus porcentajes son bajísimos. Sino penetrando, siendo agresivo con el balón, entrando hasta la cocina... Dos únicos tiros ayer en Bilbao: 0/1 de dos y 0/1 de tres. McCallum tiene que lanzar mucho más a canasta. Y Plaza, dejarle.

Con 51-60, de vuelta al partido, el Unicaja se creyó que todo estaba hecho. No me sirve ni la falta de chispa ni el cansancio. Si la ausencia de chispa y el cansancio van a ser el chárter de la pasada temporada, mal vamos. En Bilbao, ante un equipo muerto, antepenúltimo de la ACB, sin confianza y con el equipo ganando fácil por nueve, el Unicaja no puede perder.

Pero lo hizo. Redivo campó a sus anchas, con Nedovic persiguiendo sombras. Cuando fue Alberto el que se emparejó al argentino ya no anotó un solo punto más. Pero ya era tarde. Para entonces, a Brooks se le había escapado un balón de las manos, había pasado otro cuando su deber era lanzar a canasta, «Nedo» no brillaba y Tabu puso el 68-66 a 45,1 segundos. No apareció nadie en el Unicaja, más allá del ímpetu sin acierto de Díaz. El «Pelirrojo» no tiene miedo a nadie. Se tiró un tiro, tuvo que buscarse otro... Y Bilbao fue feliz. Provocó el colapso total en el equipo malagueño. Waczynski falló el tiro libre que tenía que meter y anotó el que debía errar. Mumbrú fue al tiro libre y dejó el 70-67 a 4,2 segundos del final. No hubo tampoco forma de armar una jugada decente en ese tiempo.

¿Saben quién fue el encargado? ¡Han acertado!: Alberto. Pero al base ya no le quedaban fuerzas, se resbaló y Nedovic tiró a media pista sin ninguna fe. Y cayó el Unicaja en una pista en la que había que ganar sí o sí. En la que era innegociable no hacerlo. Y todo el buen rollito de las últimas semanas, con la resurrección en Euroliga, queda aparcado y edulcorado. Porque la Copa del Rey es un objetivo obligatorio. La ACB es lo que le da «de comer» al Unicaja. La Euroliga es fantástica y extraordinaria. Pero la Copa es la Copa. Y el Unicaja y la institución no pueden permitirse el lujo de no acudir a Las Palmas 2018. Una cita de la que ahora está fuera.