Ha llegado el día. La Copa del Rey 2018 de Las Palmas abre hoy el telón con el Unicaja como uno de sus protagonistas. El equipo malagueño inicia el asalto al título que ya conquistó en 2005 en Zaragoza. Hace ya demasiado tiempo. El bombo fue caprichoso y malévolo a partes iguales, y emparejó al Unicaja con el Real Madrid, el gran favorito, actual campeón y el rival a batir. Pero la Copa es la Copa. Y, si las sorpresas existen en el mundo del deporte, el torneo del KO es el lugar donde precisamente nacen. Claro que hay que alimentar ese sueño. Dotarlo de una base sólida, mimarlo con un partido muy completo, a todos los niveles. En lo técnico, deportivo, físico y también mental. Todo cuenta. Y, sobre todo, no pensar en reservar ni un solo gramo de fuerza. Los cuartos de final son también las semifinales y la final para el cuadro de Joan Plaza.

La Copa del Rey es la competición más especial del deporte español. En una pista neutral, ante ocho aficiones diferentes mezcladas en el graderío, se vive un ambiente muy especial. Entre la expedición malagueña hay una idea muy extendida: para ganar la Copa del Rey hay que ganarle al Real Madrid. Y resulta obvio que, si el imponente equipo de Pablo Laso da síntomas de ser batible, es precisamente a las primeras de cambio. Los nervios y la tensión de la Copa, en el primer envite, están a flor de piel. Está muy reciente el susto que pasó el equipo madrileño ante el Morabanc Andorra en los cuartos de la Copa de Vitoria. Y el Unicaja se agarra también a esa opción. Que es real.

Sobre el papel, el Real Madrid es el gran favorito. De eso no cabe ninguna duda. Por presupuesto, plantilla, recursos, números... Todo hace al equipo blanco candidato al triunfo. Pero el Unicaja, que nadie lo dude tiene sus opciones. Y son muchas.

No hace mucho que el Unicaja derrotó al equipo blanco en el Martín Carpena. Evidentemente, cada partido es un mundo. Pero sí que aquel choque puede servir de aprendizaje para lo que hay que volver a hacer. Hay algo meridianamente claro: jugarle al Madrid a anotar más puntos y a guarismos altos parece un suicidio. El Unicaja, como ya demostró ante el propio Madrid o más recientemente contra el Khimki en Moscú, ha de jugar un baloncesto más lento, más pausado, poco enloquecido.

Lo sabe Plaza y lo sabe la plantilla del cuadro malagueño. Recupera, por cierto, el coach verde a todos sus efectivos. Ya pudo contar con Nemanja Nedovic en Vitoria en ACB, algo positivo para que el serbio, un jugador muy de «sensaciones», al que le vino bien regresar a la competición tras dos semanas parado. «Nedo» será una de las claves para el Unicaja. El escolta es el factor diferencial de este equipo, su líder natural, el jugador sobre el que se ha edificado este proyecto 2017/18. Y reaparecerá Jeff Brooks. El esguince y el edema en el tobillo del americano forman ya parte del pasado. El ala-pívot era ayer uno más en la expedición verde. Irradiaba ilusión y se mostraba muy feliz por regresar a la dinámica del equipo. Se ha entrenado bien esta semana y ayudará al equipo. Sus muelles, ante rivales tan físicos y atléticos (Thompkins o Randolph), serán muy importantes. Debe tener claro el Unicaja que para ganarle al Real Madrid ha de hacerlo casi todo a la perfección. Es decir, que cada jugador que salga a la pista debe aportar. Y, a partir de ahí, el Unicaja debe centrarse en hacer bien lo que sabe hacer: rebotear en ambas canastas, minimizar los puntos fuertes del rival, ser sólido y defender como lo ha hecho todo el curso. Y, por supuesto, cuidar los pequeños detalles. Tirar con buenos porcentajes, cuidar el balón y no cometer pérdidas estúpidas. Cada posesión es oro. Se puede ganar. Al fin y al cabo, para ganar la Copa hay que ganarle al Madrid.