No pudo ser. El admirable afán competitivo de un Unicaja virtualmente eliminado ya de la máxima competición continental desde la derrota de hace unas semanas en Belgrado, se topó anoche en el Martín Carpena con la necesidad de ganar de un Panathinaikos, que sí está metido de lleno en la lucha por jugar los cuartos de final y que no podía fallar en Málaga.

El Pao de Xavi Pascual llegó para jugar una «final» sabedor de que no se puede despistar respecto a los que vienen por detrás e incluso consciente de sus opciones abiertas todavía para ser cabeza de serie en el play off si hace un pleno en estas útimas cuatro entregas de la Fase Regular. Ante semejante panorama, pas´ó lo que teniía que pasar, por mucho que los chicos de Plaza jugaran al límite y durante toda la primera parte incluso pareciera posible el milagro.

Y es que los verdes vendieron cara su derrota, pero el todopoderoso Panathinaikos tiroó de talento tras el descanso y puso su maquinaria en funcionamiento. Primero para acercarse y después para remontar a un Unicaja con menos músculo, con menos físico y con menos «punch» que su rival.

La Euroliga no perdona. Esta competición solo la juegan los mejores entre los mejores. Ganar un partido cuesta la vida misma. Sobre todo para equipos como el Unicaja, con muchos menos recursos que la mayoría de rivales que ha tenido enfrente a lo largo de esta edición de la máxima competición continental. En el Panathinaikos de Calathes, Gist, Singleton o Mike James, fueron ayer dos actores habiualmente secundarios los que dieron la puntilla al equipo verde. Es la diferencia entre un súper equipo y un buen equipo. Que cualquiera te puede «matar».

El exmadridista Rivers, 12 puntos en el último cuarto, y un peón como Lukas Lekavicius, 10 puntos en ese esprint final, obraron la remontada en un partido en el que el Unicaja llegí a estar 14 arriba, 48-34, recién iniciada la segunda parte, y que acabó cediendo por 11, una diferencia que no refleja lo vivido en 40 minutos jugados de tú a tú.

Mientras al Pao no le entraron los triples (1 de 1 e4n la primera parte) todo fue más sencillo. Cuan do sus jugadores de periímetro empezaron a bombardear el aro cajista, todo se complicó. También es cierto que a los chicos de Joan Plaza les faltoó un poco más de saber estar cuando el partido estaba de cara. Tras una canasta de «Nedo», que puso ese +14 en el inicio del tercer cuarto, el Panathinaikos endosó un parcial de 2-11 a los verdes, que les colocó de lleno en el partido, 50-45. Ese parcial y otro en el arranque del último cuarto, de 0-9, que puso a los de Xavi Pascual 8 arriba, 60-68 fueron claves para el desenlace final, por mucho que el Unicaja todavía tuviera un ramala- zo de furia para igualar el marcador, 72-7, y2a dentro de los 5 últimos minutos.

La verdad es que fue un partido muy entretenido. El Carpena lo disfrutó, sobre todo mientras su equipo dio la cara. Tras el bocinazo final, se resignó a la suerte de los suyos sabedor de que lo que no puede ser, no puede ser... y además es imposible. Los 8.000 espectadores de ayer apretaron de lo lindo intentando ayudar a los suyos. Fue una pena que faltara gasolina en el tramo final para buscar un desenlace favorable.

Mientras el club sondea el mercado en busca del pívot que sigue sin llegar, Viny Okouo tuvo ayer unos minutos bastante decentes sobre el parqueé. El canterano no es Shermadini, pero necesita minutos para crecer. Dudo yo seriamente que el que venga aporte más de lo que lo hizo anoche el jugador africano. Hay que ser ambiciosos, pero en economía de guerra, parece mucho más lógico apostar por lo que tienes que no por lo que pueda venir, con lo que eso implica de cambio de roles, de sistemas y demás. Plaza y el club saben lo que tienen que hacer, pero Viny parece merecer, al me- nos, el beneficio de la duda.

La eliminación casi ya matemática en Europa deja paso mañana mismo (18 horas) a un partidazo de Liga Endesa contra el Montakit Fuenlabrada. Un duelo directo entre aspirantes a la zona más alta. Esto no para.