Alberto Díaz, MVP de la final de 2017, recuerda con mucha alegría el título de Eurocup, rememora el partido y habla sobre qué le ha aportado. A sus 23 años, Alberto Díaz espera que a esta Eurocup le vengan más títulos en el Unicaja.

¿Qué sintió Alberto Díaz cuando oyó su nombre junto al MVP de la final?

No me acordaba ni que se daba el MVP. Estaba abrazado con Cañete. Y cuando sonó fue el colofón a una noche redonda.

Justo un año después, ¿a qué sabe ese MVP?

Te da un plus de confianza. Te hace ver que eres una pieza importante y eso, personalmente, me ayuda a dar un paso más.

¿Cómo recuerda el partido?

Pues no he vuelto a verlo.

¿De verdad?

No, sólo he visto algún pedazo. Es que tengo un recuerdo tan bonito que no quiero volver a verlo.

El equipo arrancó bien, ¿de eso se acuerda?

Llegamos al partido sin presión. Habíamos hecho un buen trabajo y salimos a disfrutar y a darlo todo. Creo que fue la clave y por eso salimos sueltos y tranquilos. Esa fue la sensación del partido.

Al descanso, tres abajo. ¿Qué se habló en el vestuario?

Corregimos detalles para mejorar, pero ese era el plan: ir por delante o cerca, para en el último momento cambiar el ritmo.

En la segunda parte, la cosa se puso muy fea...

Sí, ahí nos atascamos un poco. Su afición les ayudó y a nosotros nos entraron dudas. Nos pusimos nerviosos porque ellos se escapaban. Pero la salida de Omic hizo que nos uniéramos más. Nos perjudicó pero nos unió más.

En la recta final del partido, Plaza jugó con tres españoles: Alberto, Dani y Suárez. Junto a Smith y Brooks.

Jamar tuvo la inspiración y nos metió de lleno con sus triples. Nos pusimos en zona y ellos, inexplicablemente, se colapsaron. Son esos momentos que te nublas y no te salen las cosas. Carlos hizo una defensa espectacular sobre Dubljevic, que nos hacía mucho daño. Y al final, no sé cómo, pero fueron un cúmulo de circunstancias que pasan en el baloncesto y que al final pudimos remontar.

Hay una jugada que lo explica todo: un ataque que ellos tuvieron cuatro o cinco triples liberados y fallaron todos.

Y eran tiradores. Son esos momentos que uno ve que no están, que están realmente mal. Es como cuando hueles la sangre y nos dimos cuenta de que ellos estaban en problemas.

¿Ahí se dan cuenta de que la Eurocup está ganada?

No, pero es cuando creemos. Siempre creemos, pero cuando se dan las circunstancias haces una defensa dura y a ellos no les entra, cada vez vas diciendo: «Que podemos, que podemos, que nos lo están dando». A ellos les entró el canguelo y lo aprovechamos.

¿Ahí se siente que lo ganas?

En ese momento sí, vemos que la presión les pesa mucho más. Vemos que a ellos les cuesta y nosotros pensamos que lo sacamos. Con el tapón de Brooks ves media copa, y al meter los tiros libres ahí ya sí que la tocas.

¿De quién se acordó?

En ese momento, de mi hermano, que estaba viéndolo. Y de mi novia, que también estaba. Llamé a mis padres en el aeropuerto. Mi padre llorando y mi madre también. Uno también llora, se contagia de las emociones. Fue algo que no sabes cómo actuar, fue algo que desde pequeño quieres lograr para tu club, por tu equipo.