Alberto Díaz no siente el «picorcito». Alberto Díaz siente el escudo. El malagueño sintió el peso del play off y el de la responsabilidad. El base fue base, fue tirador, fue muro y lo fue todo anoche en el Unicaja para guiar al equipo verde a un triunfo agónico y necesario, ante un guerrero Monbus Obradoiro, al que tuvo que ganar en la prórroga, tras verse superado en una primera mitad que no puede volver a repetirse. Tiene que ver el equipo tranquilamente el vídeo del partido. Saber que, en la Liga Endesa, ante cualquier rival, vas a sufrir sí o sí. Que esto ya no es la Euroliga. Y que hay que bajar al fango y ponerse hasta las rodillas de mierda si es necesario. El Top 4 de la ACB requiere de eso. Y de más.

Cuando Livio Jean-Charles anotó el 14-16, a 2.30 del final del primer cuarto, nadie en un desangelado Fontes do Sar podía imaginar lo que al Unicaja se le veía encima. El Unicaja entró en barrena. Había cinco jugadores vestidos de verde en la pista pero ahí sólo estaban sus cuerpos. No sus mentes. Eran sombras, como espectros. Ni rastro de intensidad, de pasión, de juego, de defensa, de picardía. Obradoiro se sintió a gusto. Creció y no dejó de meter. Comenzó a ver el aro como una piscina y Bendzius, con dos triples, puso el 22-16. Fue sólo una señal de lo que se le venía encima al equipo malagueño, fuera de sí, como en otro mundo, como si Santiago fuese la luna y en vez de jugar un partido clave de ACB estuviera jugando un «pique» en la Play Station.

El Obradoiro olió sangre y puso señales en el arco del 6,75. Un triple, otro y un tercero. De Sabat, de Thomas. Circulando, llegando y en parada. De cualquier forma valía. Porque el Unicaja era como uno de esos muñecos de «pim, pam, pum», que yacía en el suelo, inerte, siendo golpeado, estrujado, quieto. Thomas le puso nombre a la vergüenza que pasaba el equipo malagueño en aquel entonces: 41-18. Eran 23 puntos abajo. Y sólo habían pasado 17 minutos. El panorama era desolador. Lamentable.

Dani Díez entró en acción y le dio mucha vida al equipo con 7 puntos de una tacada. Extrañamente, Dani no volvió a jugar, pero dejó al Unicaja con 45-28 al descanso y esa herida, al menos, cosida. Ahora había que salir de vestuarios, hacer que la sangre dejara de emanar y entrar de una vez en el partido. Lo hizo Alberto, robando el primer balón. Luego el Unicaja se equivocó, volvió a perder balones (16 en todo el partido) y a trancas y barrancas llegó a ponerse a «sólo» 10 puntos: 61-51. Parecía poco, pero era mucho.

Porque el Unicaja no veía aro con claridad. Pero había subido, eso sí, su nivel defensivo. El autor de ese logro fue Alberto Díaz. El malagueño llegó con ideas y piernas a Santiago. Y con muñeca. Alberto enchufó dos triplazos. Y el Unicaja siguió avanzando. Salin anotó de tres, con minutos muy buenos, y Waczynski puso al Unicaja a sólo cinco puntos: 61-56. Sucedió que, al igual que antes Bendzius se puso las botas desde la línea de tres, ahora fue Thomas el que sintió el fuego en el cuerpo. Nedovic movía los hilos en ataque pero era un agujero negro en defensa. Thomas se aprovechó y Plaza actuó.

Alberto Díaz se emparejó con Thomas. El Unicaja ya perdía 79-68. Y el base malagueño, además de frenar a Thomas, enchufó un triple. Luego el polaco Waczynski, que regresaba a Santiago, puso el 84-80, a 1.51. El «Obra» sintió la presión. Esa misma que ha atenazado tantas y tantas veces al Unicaja esta temporada, que le ha privado de colarse en el Top 8 de la Euroliga. Y otro triplazo de... ¡¡¡Alberto!!!, a 31,2 segundos, puso el 84-83. Waczynski dejó el partido en la prórroga, con empate a 85 puntos.

Plaza dejó en el banquillo a Nedovic por sus problemas en defensa y su sitio fue para Milosavljevic. El mensaje era claro: ganar desde la defensa. Y así fue. El Obradoiro no encontró huecos. El Unicaja pudo correr. Brooks al fin se animó, Alberto siguió moviendo al equipo y «King Kong» lo hizo todo bien. El partido ya sólo tuvo color verde. El Unicaja ganó 91-97. Debe aprender la lección, porque la ACB es el único clavo que queda y la catapulta a la Euroliga. Cayeron Granca y Andorra. Más quintos. Y el Barça viene el domingo. Emocionante.