Fue increíble. Como un milagro. Además, inesperado. El Unicaja ganó este sábado al Morabanc Andorra en el Carpena un partido que tenía perdido, con 19 puntos de desventaja mediado el tercer cuarto (42-61), y que no se sabe muy bien cómo supo remontar a tiempo (87-86).

Con Nedovic y Shermadini, sus dos jugadores de mayor talento ofensivo sentados en el banquillo, fueron Ray McCallum y Sasu Salin, dos actores secundarios durante toda la temporada, los que lideraron al equipo en un último cuarto en el que el Andorra no supo nadar y guardar su ropa, para gloria de un Carpena que silbó a su equipo en el primer cuarto, en el descanso y en el tercer cuarto, pero que se fue a casa con un buen chute de alegría tras el inesperado triunfo de los verdes.

Tres jornadas después, el Unicaja volvió a ganar. Lo hizo sin brillo, pero con corazón. Eso no se le puede negar al equipo. Estaba contra las cuerdas, con el partido más «pa» allá que «pa» acá, pero se sacó de la manga una defensa zonal y supo sobrevivir (Brooks tuvo mucha culpa los 30 primeros minutos) para llegar ganador a la meta.

Con el sexto puesto en juego, lo de ayer no fue definitivo porque la victoria quedó en Málaga, pero el average viajó para Andorra, tras el +6 de los del Principado en su pista. De todas formas, a falta de una jornada, el Unicaja tiene pinta de que acabará sexto la Liga Regular. Todavía puede ser quinto si falla el Herbalife hoy contra el Estudiantes y también el próximo fin de semana, en su pista de Las Palmas, contra el Real Madrid. Incluso podría acabar séptimo todavía, según se den los resultados de la última entrega liguera. En función de todo eso, Barça, Valencia o Baskonia le esperarán después en el play off de cuartos de final. Aunque la verdad es que jugando como este sábado dará lo mismo uno, otro o el otro porque no habrá ninguna opción. Pero puestos a pedir, si son los taronja, mejor que mejor por varios motivos.

Después de dos semanas bajo mínimos, con el Unicaja ofreciendo síntomas preocupantes ante Gran Canaria y Tecnyconta Zaragoza, el equipo ayer no mejoró sustancialmente su imagen. Los de Plaza están secos. Al equipo le falta chispa. Se le ve falto de confianza, como saturado, sin pilas. No corre, no presiona, le cuesta defender. Está desconocido. Esta vez fueron ramalazos individuales los que valieron para superar al Morabanc, pero la victoria no puede tapar el poco flow que tiene el Unicaja ahora que llega el momento de la verdad. ¿Preocupante? Pues la verdad es que sí, muy preocupante.

Mal momento colectivo

Hay jugadores que son claves y que ahora mismo no están. Especialmente alarmante ante lo que está por venir es lo de Nedovic, que hizo ayer solo 6 puntos. El equipo necesita de la magia del escolta serbio, que ha perdido todo su punch. También están lejos de su mejor nivel Waczynski, que metió 4 puntos anoche y Shermadini, que ni se estrenó. El pívot georgiano ha estado fuera dos meses por esa inoportuna lesión y su vuelta al tajo está siendo dura para él y para el equipo, que necesita de su talento en la zona. Plaza lo metió en el róster nada más que pudo para darle partidos para coger el ritmo. Sin embargo, no llegó ni a los 9 minutos en el campo. Un problema serio a 8 días de que arranquen los cuartos de final por el título de esta Liga Endesa.

Y, ojo, no es el equipo el único que debe cambiar sus biorritmos de cara al play off. El Carpena también está desconocido. Nada que ver con ese Palacio caliente como un horno en el que se han quemado esta temporada el Fenerbahce o el Real Madrid, por citar solo los casos de los dos finalistas hoy de la Euroliga. La grada está demasiado pasota, casi ausente. Solo suena cuando el partido está de cara, pero ayuda muy poco en los malos momentos y presiona todavía menos a rival y árbitros. Todos sabemos que el Unicaja, con el pabellón a tope, es casi invencible en Málaga. Hay tantos ejemplos de esto que ni me molesto en enumerarlos. Pero el sábado de la semana pasada, contra el Tecnyconta, 6.012 aficionados en las gradas; y ayer, frente al Andorra, 5.825, la peor entrada en Liga de todo el curso. Muy poca gente, muy poco ambiente y muy poco ruido para lo que el equipo necesita. Cada uno que haga su propio examen de conciencia.

En fin, habrá que pasar página. Quedarse con el triunfo y pensar que puede servir para cambiar el paso, en este esprint final de la temporada. De momento, el jueves espera en Badalona el Divina Seguros Joventut para cerrar la temporada regular. Después llegará lo realmente bueno... o malo. Ya veremos.