"El secreto de la luz es la sombra", revela Ingo Maurer, un alemán que iba para tipógrafo pero que nació con un don para jugar como nadie con la luz. Maurer, conocido como el poeta de la luz -aunque él prefiere ser considerado artesano-, nació en 1932 junto al lago Constanza y ya desde pequeño se enamoró de la forma de la bombilla: "Dos cables desnudos de los que cuelga una burbuja de luz, es fascinante".

Y diseñando, diseñando, lleva cincuenta años jugando con las sombras y con los reflejos. "Desearía chascar los dedos y que se hiciera la luz y hablarle y que cambie. Me gusta lo que da energía pero no puedes ver", explica el creador de algunas de las luminarias más sugerentes. Ahora anda empeñado en la desaparición de las lámparas como objeto.

Tiene 80 años, pero no para de inventar. "Me gusta pensar de forma innovadora, provocar. Huyo de repetirme o de copiarme a mí mismo porque es aburrido. Prefiero sentir la ilusión del proceso desde la primera idea a su materialización.

En la dificultad (y no me refiero sólo a la técnica) está el premio. Y también en las almas que trabajan contigo", explica con la vehemencia de un jovencito. Revolucionó los años 80 con su archicopiada YaYaHo (reflectores halógenos de bajo voltaje que colgaban de cables tensados) y fue el primero en introducir los leds en el espacio doméstico, en 1997, con su prototipo Bellissima Brutta.

Entre las últimas novedades, Wallpaper, papel pintado que incorpora por primera vez una instalación lumínica, y My New Flame, una poética vela formada por leds programados para titilar como si fueran una llama auténtica, pero con apariencia high tech.

"Vivimos en un mundo rico y complejo y es importante que la luz también lo sea, y la de un led es muy monótona. Quiero que la luz tenga una dimensión y un espíritu real, por eso me gusta mezclar diferentes tipos de luminarias". Maurer es un acérrimo defensor de la bombilla incandescente, condenada por la Unión Europea. "Es la simbiosis más bella entre la poesía y la industria. Y el hilo al rojo vivo es el último fuego del hogar. Es una estupidez decir que es una energía poco eficiente. ¡Hay que comprar lámparas incandescentes en el mercado negro!", provoca.

Los trabajos de este creador alemán son poéticos, pero también provocadores. Le gusta descontextualizar y desconcertar, y así ha creado bombillas con alas, botellas de Campari que se iluminan, vajillas que estallan en el aire, peceras con leds (y con peces vivos) para el Pompidou de París... "Algunos diseños se toman a sí mismos demasiado en serio. ¿Ha visto mi mesa sin patas? La tenía en la cabeza desde hace 30 años y cuando Stablished & Sons me llamaron pensé que era la ocasión".

Es su primera incursión en el mobiliario. Entre sus ultimísimas luminarias, está la Zak Zarak, delgada como una cartulina, con gran poder difusor del calor y anclajes magnéticos. Es una colaboración con el joven diseñador Lutz Pankow y "posiblemente, lo más interesante que se ha presentado este año, no he visto nada igual, y no es porque la produzca yo", explica un vehemente Maurer.

"La luz del sol puede matarte y puede acariciarte. Debemos apreciarla y amarla. Y completarla con luz artificial", resume este creativo que se enamoró de una bombilla desnuda.