Antonia María Horrach, creadora del concepto espacial del proyecto, y el arquitecto Juan Tolo Seguí han conseguido crear un hotel que desde la humildad ha querido potenciar la contemporaneidad y el peso de la juventud, a partir del reconocimiento de nuestras raíces y tradiciones espaciales como espejo de un poema, de un himno, que habla de esperanza y reconocimiento del pasado: La Balanguera, de Joan Alcover.

En el recorrido que hoy les proponemos y que iniciaremos desde la fachada, sorprendente por muchos motivos, donde con un efecto encalado, se van distribuyendo desordenadas ventanas y ventanucos que recordando nuestras tradicionales casas, aportan simplicidad y ritmo contenido. Se crea un movimiento insinuante, que envuelve y conduce a interiores diferentes, donde la entrada de luz en cada dormitorio tiene su propio recorrido y personalidad.

De hecho, en cuanto uno cruza el umbral se siente abrazado, dulcemente. El efecto es fresco, moderno, incluso provocador desde un clasicismo típicamente palmesano. Un jardín de cactus donde dominan las chumberas mediterráneas, da paso al interior del hall. La sencilla recepción queda recortada por una simple pero contundente pared de piedra. En el hall comparten protagonismo largos bancales tapizados con lenguas mallorquinas, diseñadas especialmente para el lugar, con sencillas sillas de hierro recuperadas de antiguas terrazas de hotel. Las mesas se han diseñado a partir de elementos muy comunes de la isla, tanto como registros de barro, alfombras de yute, hidráulicos?

Una gran mesa de 4,5 metros se abre en un espacio íntimo y familiar, una mesa que será protagonista de desayunos compartidos, una mesa que servirá para conocerse, para intercambiar. Una mesa es todo lo que significa. El arte contemporáneo, también, con todo su protagonismo a través de obras comprometidas, desde las más poéticas que aluden a la búsqueda de la identidad como son los dibujos de islas del artista Vasco Araujo, o las abstracciones post-pictóricas de Peter Zimmerman, las video-performance sociales y políticas de Nemanja Cvijanovic, Liz Magic Laser, Anibal López, Lida Abdul, Daniel Seiple... Hasta la obra performática TU de Susy Gómez, que se deshila desde el vestido del hall a las fotografías que documentan la performance. Se convierten todos en instrumentos claros y potentes, para anclarnos en la realidad.

Materiales tan tradicionalmente mediterráneos como el barro, la cal, el hierro, la piedra y el hilo se recuperan con todo el respeto y cariño que merecen. Están presentes a lo largo de todos los espacios, ofreciéndonos un recorrido lleno de dignidad y sencillez.

Quizás lo que más destaca es que se ha procurado ser respetuoso con la esencia de cada elemento, potenciando el peso de la simplicidad, sin olvidar la presencia de lo actual, como espejo de lo nuevo, de lo contemporáneo.

Las paredes de todo el hotel, realizadas con mortero a la cal toman su protagonismo ofreciéndonos, incluso regalándonos, su potencia, en su ascensión a través de la escalera. Una escalera orgánica, cuyas formas curvas tratadas artesanalmente, acarician los espacios y se convierten en los hilos conductores hacia recursos más perfilados y angulosos, como las cubicas mesitas de noche realizadas con hidráulico y los dinteles de hierro que marcan contundentemente la entrada en cada dormitorio.

En realidad nos encontramos en un sutil camino de curvas que en ocasiones nos lleva hacia una contenida rectitud.

Las 40 habitaciones son diferentes, se juega con recursos decorativos propios de la tradición de la isla pero aplicados de formas distintas. Lenguas mallorquinas y alfombras tapizando techos, cal en el interior de bombillas, mesas realizadas con hierro y respiraderos lacados, sillas mallorquinas lacadas

Tres obras de Santiago Sierra conducen a tres salas de reuniones, con capacidad para 100 personas. Todas tratadas con el mismo concepto de austeridad y simplicidad espacial.

Y ascendiendo hacia la terraza, nos iluminan simples bombillas sustentadas a partir de cables trenzados, que sin pretensiones y guardando la más pura simplicidad se convierten en protagonistas del Balanguera, anudados como metáfora de caminos en la vida, en ocasiones truncados, pero que finalmente conducen a la luz, a la esperanza o a un sueño.

La terraza tratada como lugar de descanso, fusiona el concepto del Balanguera inmerso en la simplicidad y la tradición con las vistas de una ciudad viva donde un estanque, un safareig de agua salada, envuelto en madera y cal nos permite sumergimos y refrescarnos en nuestra propia vida. Un porche de canizo da sombra a bancos de obra flanqueados por hornacinas. La ciudad esta, es, distinta.