Una familia compuesta por tres generaciones - en total, 18 personas entre adultos y niños -, una parcela junto a una laguna, la pasión por los deportes acuáticos y la ilusión por reunirse todos juntos los fines de semana, llevaron a la arquitecta Cazú Zegers a plantear esta vivienda como un 'lodge familiar'.

Es decir, como un pabellón o refugio donde alojarse temporalmente mientras se practica algún deporte o actividad en medio de la naturaleza, y con vistas espectaculares de la cadena montañosa chilena Altos de Cantillana, llamada así por ser el tramo donde la cordillera de la costa alcanza su mayor altitud, 2.280 m, y que es uno de los puntos con gran biodiversidad del planeta.

En el proyecto de esta casa, situada a menos de una hora de Santiago de Chile, se tuvo muy en cuenta también el terreno donde debía asentarse. Por una parte, la fuerte pendiente; por otra, una vegetación muy arraigada, al haber convivido con una casa preexistente.

Por ello y para conservar todo el arbolado intacto, Zegers empleó la antigua plataforma de cimentación como base del nuevo edificio de cuatro plantas. La vivienda se eleva despegada del terreno y sólo se conecta para tender un puente de acceso a la casa a seis metros de altura.

Las dependencias se organizan en un volumen vertical de cuatro niveles que aloja los dormitorios y uno horizontal elevado que da cabida a la cocina, el comedor y la sala en un solo ambiente. Debajo de la casa hay un porche, con una chimenea para barbacoas, abierto pero protegido por la propia vivienda y la vegetación. Encima, una terraza con elementos de sombra que recuerdan las velas de barco o de windsurf y es un espléndido mirador. Las vistas se lo merecen.