La casa club de Santa Ponça en Mallorca, es un proyecto reciente de GRAS, una oficina con sedes en Madrid y Palma que produce diseños en los campos de la arquitectura y el diseño urbano. Una gran variedad de proyectos se diseñan en la oficina, complejos residenciales, oficinas y hoteles. En España y en el extranjero. Colaboraciones y multidisciplinaridad son el sello de GRAS, dirigido por el arquitecto Guillermo Reynés Vázquez-Rovira.

El inmueble, ´clubhouse´ de un campo de golf, obra de los arquitectos, Guillermo Reynés Corbella, Guillermo Reynés Vázquez-Rovira y Álvaro Pérez es un lugar de reunión en medio de la naturaleza que fomenta las relaciones sociales alrededor de un paisaje natural. Es por ello que es muy importante la conexión del edificio con su entorno inmediato. El proyecto maximiza esta situación, la interacción social, el lugar de encuentro de los jugadores y los socios y el paisaje. La casa club se sitúa, por necesidades del desarrollo del juego, en un área natural de gran tamaño por lo que una cierta centralidad y reconocimiento es necesario. El edificio necesita visibilidad sin invadir el paisaje.

El proyecto consiste en una serie de "rocas", piedras, que se asientan en el entorno natural: ofrecen la presencia, identidad que pide el programa, camufladas en la naturaleza, se asemejan a un elemento natural. Estas piedras, unidas forman el edificio, la casa club. Son 4 volúmenes, cada uno con un programa determinado, unidos por una plaza común donde se sitúa el bar, el corazón del proyecto.

La plaza se abre completamente al paisaje en todas direcciones: la fachada entre los volúmenes es de vidrio por lo que desde la plaza se enmarca el paisaje y se generan visuales a la naturaleza circundante en todas direcciones. Los volúmenes de piedra (cocina, vestuarios y oficinas), al contrario que la plaza, son lo más opacos posibles, prácticamente sin ventanas o con ventanas ocultas detrás de sutiles celosías de piedra. Así se enfatiza el efecto pétreo del edificio. El restaurante-sala de estar, es la excepción; A este volumen se le han practicado grandes aperturas para ofrecer un espacio continuo interior-exterior acorde con el clima mediterráneo.

La normativa existente obliga a utilizar cubiertas inclinadas. Éstas se diseñan de una forma irregular, asimétrica para reforzar la diversidad del edificio y que ofrezca un aspecto diferente según el punto de vista: Según la posición del jugador o del usuario el edificio se percibe de un modo u otro: a veces como un apilamiento de volúmenes, otras como un fachada dominante más plana. Esta diversidad enriquece el proyecto.

La materialización del edificio maximiza el efecto "Roca": La piedra local tipo Santanyí, elemento muy característico de

la arquitectura de la isla de Mallorca, se usa no sólo en las fachadas, sino también en las cubiertas, sin distinción alguna, consiguiendo una piel continua de piedra en todo el edificio. La fachada es cubierta y la cubierta es fachada. Todo se reduce a piedra en el paisaje.