Ha escrito cientos de páginas sobre las reinas de España, donde ha encontrado un verdadero filón. Y su continua investigación en los archivos del Palacio Real le ha dado para su primera novela histórica, 'El cerrajero del rey' (La Esfera de los libros). María José Rubio (Madrid, 1965), que participó en el polémico diccionario biográfico, dice que la Academia de la Historia debe modernizarse

–Sucumbe a la novela histórica, ¿mucho tiempo tentada?

–Mucho. Me apetecía este salto a la ficción. Hasta ahora siempre he escrito ensayo histórico para el gran público, y la gente me decía "¡cómo me ha gustado tu novela!". Al principio, me enfadaba, hasta que comprendí que era un elogio.

–¿Ese estilo ligero, novelesco, resta rigor histórico?

–Al contrario. Si de algo presumo es de rigor histórico: dedico el 70% de mis libros a la investigación previa. Me considero una historiadora rigurosa y científica, lo cual no está reñido con un estilo ameno.

–¿Los historiadores de la universidad recelan de los que proceden de otros ámbitos?

–Yo soy historiadora de carrera, tengo conocimiento de causa y derecho a manejar la Historia. Hay un ámbito meramente científico, que es el de la universidad, destinado a científicos o historiadores que son capaces de leer estudios tan rigurosos y tan profundos que aburrirían al gran público.

–¿Cuál es su público?

–He firmado libros a personas como un chico de 18 años que habían leído el 'tocho' de las 'Reinas de España', de 900 páginas, y a otro que me decía que su abuelo había leído dos veces el de 'La Chata'.

–¿Esa querencia suya por las reinas?

–Encargo de mi editorial. Me alegro, porque me sirvió para hacer un recorrido exhaustivo de la Historia de España a través de ellas y encontrar personajes e historias interesantísimos que pienso aprovechar para el resto de mis libros.

–Casi todas las reinas de España han sido desgraciadas, ¿es más un horror que un honor?

–El hecho de ser reina y ocupar un trono no es un camino de rosas. Son personas que están atadas a un cargo de Estado vitalicio del cual no pueden escapar y que conlleva la pérdida de libertad y de intimidad. Todas las cosas privadas de su vida están sometidas a la luz pública, todo es criticable y juzgable, y siempre se han quejado.

–A pesar de ser reinas de cuna.

–Aún siendo todas hijas de reyes, hay testimonios tremendos, como decir en el siglo XVII que la reina de España era una esclava, no sólo del cargo, sino también de la rigidez de la corte que las rodeaba. El protocolo y la servidumbres las asfixiaba a pesar de crecer en ellas.

–"Ser reina en cualquier país es cosa penosa, pero ser reina de España es lo peor de todo".

–Sí, lo dijo Isabel Carlota de Baviera ya en el siglo XVII, y lo sabía porque estaba emparentada con varias reinas de España.

–El rey Juan Carlos, al ser entronizado, rechazó tener corte.

–Es uno de los cambios que introdujo doña Sofía, una reina pionera. Después de 40 años de una dictadura, tuvieron que inventarse una monarquía acorde con la nueva sociedad, y uno de sus éxitos fue cargarse la corte y el antiguo protocolo. Gracias a eso la familia real ganó un poco de intimidad y de cercanía con la sociedad.

–La naturalidad y la cercanía son fundamentales, dice usted, ¿ve esas virtudes en la princesa Letizia?

–La princesa Letizia ha tenido un camino difícil, tuvo que aprender muy rápido y muy a la vista de la opinión pública. Desde el primer minuto se escrutó cada gesto y cada palabra. Como es muy perfeccionista, tiene un punto de rigidez y de miedo a la crítica. Frente a princesas europeas de un perfil semejante como Kate Middleton o Máxima Zorreguieta, a Letizia se le sigue notando el temor a meter la pata, y le falta naturalidad. Desde el primer momento, cuando fue criticada por decir "cállate, ahora me toca a mí hablar", sufrió mucho.

–¿Da una imagen de frívola?

–La Casa Real debería fomentar otra imagen, más alejada de las revistas del corazón y menos pendiente del traje y los zapatos, y más orientada a la actividad institucional. Ese punto de frivolidad no le favorece. Debería dar imagen de una princesa involucrada en cuestiones sociales y más espontánea.

–La valoración de la Corona ha caído tras el caso Urdangarin.

–No da una imagen muy buena, desde luego, pero la monarquía es una institución muy sólida. Llevamos prácticamente 500 años de monarquía en España, con reyes nefastos, enfermos, derrocamientos, exilios... La monarquía es de las pocas instituciones que resiste, a pesar de los monarcas, se impone a ellos, sean como sean. Ha demostrado ser una institución muy valiosa, sobre todo en un país como España,muy dada a la división política; unifica y está por encima de los partidos.

–¿Necesita transparencia?

–La transparencia siempre es buena y los reyes tienen que ser ejemplares. La monarquía inglesa hace público hasta lo que gasta en calefacción en Buckingham.

–¿Urge la reforma constitucional para eliminar la prevalencia del varón en el acceso al trono?

–Es una reforma necesaria. No se puede hablar de igualdad de derechos cuando la primera institución del Estado da ejemplo de todo lo contrario. Los partidos aplazan la reforma porque les da miedo que se convierta en un referéndum sobre la Monarquía.

–Participó en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia, que sembró una gran polémica porque Franco no sale como un dictador.

–Es una obra monumental y da pena que al final quede esa polémica. La Academia debe renovarse y abrirse a la sociedad, ver la Historia de una manera más moderna.

–Habrá un contra-diccionario.

–Es que hay gustos para todo el mundo, sobre todo cuando te acercas a la Historia contemporánea, depende del bando y de la ideología. Es como la vida misma.

–¿Un historiador no puede ser veraz y objetivo?

–Tiene que pasar tiempo para que la memoria del dolor desaparezca y los historiadores puedan tratar de una manera más objetiva hechos tan dramáticos y cercanos como la Guerra Civil.