Fue el célebre doctor Vilches del televisivo ‘Hospital Central el que convirtió a Jordi Rebellón (Barcelona, 1958) en un actor popular y atractivo. Por más que él opine que “a las espectadoras les atraían la bata, el fonendo y el ácido carácter del personaje, más que el actor, que nada tiene que ver con aquel”.

Su actualidad le sitúa de nuevo en la pequeña pantalla, ahora como parte del elenco de ‘Sin identidad; en ambas series encarna a un padre preocupado con las idas y venidas de sus hijos. Pero, además, presenta su primera aventura literaria, ‘Yo quise ser Superman, en la que el protagonista recibe unos poderes especiales que ha de emplear para cuidar a un recién nacido.

Sobre la paternidad, precisamente, piensa “que siempre se coloca por detrás de la maternidad, aunque discrepo de ello. Conozco a padres que, como el de ‘Sin identidad, se desviven por sus hijos. No los han parido, pero su compromiso es igual al de las madres si no ­superior. La generosidad y la entrega no son algo exclusivo del género femenino”, explica Rebellón.

Ni el Superman de su novela ni la Superwoman que, como cliché social, se sitúa en lo cotidiano tienen, a su entender, razón de ser. “No hay nadie, sea del sexo que sea, que pueda soportar ese nivel de exigencia que pretendemos alcanzar. Ellas lo tienen más difícil porque el hogar y los hijos siguen recayendo sobre sus hombros en general. Por eso es doblemente injusto que sus sueldos sean inferiores. Pero la biología marca las diferencias.”, comenta el actor.

“Creo que ellas no pueden bajar a la mina, como nosotros no podemos dar a luz. Pero el gran encuentro entre los géneros se produce ahí, en lo que nos separa. Ellas tienen una neurona más, lo que las hace incomprensibles para la mayoría de los varones, misteriosas y mucho más inteligentes. También son más competitivas entre ellas; los hombres nos solidarizamos más los unos con los otros”, explica.

Sin embargo, la gran desemejanza la sitúa en la esfera de los sentimientos. “El hombre es más animal, lo que le permite, por ejemplo, practicar el sexo de una noche sin contaminación emocional. Aunque esto está cambiando también, la mujer, en esa circunstancia, suele ser más sentimental, necesita ternura, mayor atención y a menudo espera una continuidad en la relación”.

Afirma no defender clichés ni prejuicios, “aunque algunos estén justificados, como que las mujeres conducen peor -la que lo hace bien supera a la mayoría de los hombres- o su escaso sentido de la orientación. En esto algo de verdad hay”, dice riendo.

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