Muchas personas tienen una sensibilidad especial hacia el sufrimiento de los animales. Estos nos conectan con nuestra parte vulnerable y nos hacen experimentar una gran ternura que provoca emociones intensas hacia ellos. En el caso de un animal que está sufriendo porque ha sido abandonado, maltratado o está encerrado en una perrera por ejemplo, se despierta en estas personas un sentimiento de dolor intenso al empatizar con ellos y su situación. Sin embargo, existen dos formas de afrontar a nivel psicológico este dolor que provoca ver a un animal sufrir. Una es intentar evitarlo, que es una forma tóxica y desadaptativa de no enfrentarse a los problemas. En lugar de resolverlos, lo que se hace es huir de aquello que se teme porque genera malestar. Sin embargo, en el fondo uno se siente culpable porque sabe que está dando prioridad a su bienestar, en lugar de ayudar al que lo está pasando mal.

La otra forma de afrontarlo es convertir esa pena, esa rabia y ese dolor en energía y fuerza para ayudarlos a cambiar su situación. Esta forma es más dura, más complicada y conlleva muchísimo más esfuerzo y sufrimiento para el que la realiza; sin embargo, dicha elección (aunque sea a nivel inconsciente) nos lleva a sentirnos muchísimo mejor con nosotros mismos, a ser coherentes con las emociones que experimentamos y es además una valiosa fuente de crecimiento personal. Las herramientas y la fortaleza psicológica necesarias para afrontar este tipo de situaciones se desarrollan con el tiempo si realizamos nuestra ayuda hacia los animales de una manera sana. Es importante señalar que esta ayuda debe hacerse con conciencia y responsabilidad, puesto que al estar partiendo de una hipersensibilidad emocional, debemos poner nuestra atención en el control de las situaciones que manejamos.

Se ha de tener en cuenta, por tanto, que esta hipersensibilidad al sufrimiento de los animales puede ser canalizada para ayudarles y suponer también algo muy positivo para nosotros mismos. No obstante, su manejo inadecuado influye en ellos de forma directa y se puede convertir en algo negativo y perjudicial para todos.

*Victoria Lacalle es psicóloga