El día en el que los chinos vendan moda propia de calidad ya ha llegado. El gigante asiático ha dado un paso más en su conquista de los mercados con marcas como Shanghai Tang, con cuarenta tiendas en puntos estratégicos del mundo, una de ellas en la calle Claudio Coello de Madrid y otra en el aeropuerto de Fráncfort. Allí los vestidos de inspiración oriental conviven con bolsos y carteras dignos de las firmas más lujosas del planeta.

Shanghai Tang es hoy la embajadora de la moda más chic del país en el que la copia va dando paso a la creatividad. La firma vende ropa infantil, para hombre, mujer, artículos de decoración y regalos.

El primer establecimiento abrió en Hong Kong y desde el principio sus promotores tuvieron claro que querían ser un ejemplo de elegancia y simplicidad asiática. Ahora los chinos se sienten orgullosos de ver la marca centellear en la avenida Madison de Nueva York, en la calle Sloane de Londres, o en París en la Place Saint-Sulpice de Saint-Germain- des-Prés. No es para menos. Han comenzado a recorrer el camino que ya emprendieron los japoneses hace décadas, cuando en el país nipón surgieron KenzoWatanabe o Comme des Garçons.

El caso es que, cada día, la cultura y los diseños chinos son más aceptados en Occidente. Marchesa, la marca preferida de las actrices de Hollywood, fundada por Georgina Chapman y Keren Craig, y especializada en vestidos de noche, ha llegado a un acuerdo con LF USA, subsidiaria del grupo chino Li &Fung, para crear una línea de ropa y accesorios de día. El precio medio de las prendas estará entre 150 dólares y 750 dólares.

Y mientras China reinventa el lujo, las casas europeas lanzan colecciones de bajo coste. Es el caso de Victoria Beckham, con una línea de vestidos a precios más bajos que sus prendas de prêt-à-porter bajo el nombre de Victoria by Victoria Beckham.