En esta época del año se pierden unos cien cabellos al día. Uno de los motivos es que el otoño es la época en que el pelo alcanza fase telógena o fin del ciclo de vida, pero también influyen factores ocasionales como los cambios hormonales, la disminución de horas de luz, una dieta desequilibrada, la fiebre, la ingesta de determinados medicamentos y el estrés, que puede llegar a provocar lo que se conoce como alopecia nerviosa. Esta última, caracterizada por una caída temporal muy aguda, suele durar unos meses y, una vez solucionado el problema de ansiedad con tratamiento psicoterapéutico, el cabello vuelve a nacer.

Para ayudar a frenar la caída, estimular el crecimiento el cabello y fortalecerlo se pueden utilizar ampollas y lociones con vitaminas y aminoácidos, e ingredientes como el zinc y el aminexil. Si se quiere optimizar su resultado, se necesita constancia y aplicarlos con un buen masaje que "favorece la circulación sanguínea del cuero cabelludo, lo que provoca más oxigenación y un mayor aporte nutricional al bulbo capilar", comenta el doctor Germán Delgado, de Svenson.

La nutricosmética ofrece resultados a los dos o tres meses. "La clave, además de la constancia, es que sus activos se hayan demostrado bioasimilables y capaces de atravesar la barrera intestinal, disolverse en la sangre, distribuirse en el organismo y alcanzar los órganos diana", explica Laura García Urosa, responsable científica de Innéov. Es aconsejable optar por las propuestas que avalen su eficacia con estudios clínicos, un mensaje que suelen incluir en la caja o el prospecto. Píldoras, champús y lociones están destinados especialmente a redensificar, es decir, a aumentar el diámetro y densidad del cabello.

Rizando el rizo

El corte y el peinado también se renuevan en otoño. Después de unas temporadas condenado al ostracismo, el cabello rizado ha vuelto con fuerza. Sus ventajas son la naturalidad y un estilo más desenfadado; sus debilidades, la fragilidad, el encrespamiento y la falta de brillo. Este tipo de cabello tiende a ser más seco que el liso, y su cutícula se abre con facilidad, por lo que necesita una hidratación a medida que la cierre y ayude a definir sus formas. El acondicionador y las mascarillas son sus productos de cabecera, y sólo admite los peines de púas anchas o, directamente, los dedos. Secarlo con ayuda de un difusor y la cabeza hacia abajo ayuda a levantar las raíces. Los sérums, geles y espumas, siempre que sean específicos para cabello rizado, ayudan a mantenerlo bajo control.

"Durante el embarazo, el cabello alarga su fase anágena (de crecimiento), pero, dos o tres meses después del parto, el bajón de estrógenos puede provocar un 30% más de caída", apunta la dermatóloga Elena de las Heras, del hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid. La situación se regulariza entre seis semanas y seis meses después.