La moda masculina cambia tanto o más que la femenina. Para comprobarlo basta echar un vistazo a los desfiles de hace tres o cuatro años. Lo primero que llama la atención es que los trajes propuestos entonces, parecen hoy totalmente obsoletos.

Así que esta temporada, quizá tal vez para contrarrestar las pobladas barbas, más de moda que nunca, los trajes se estilizan al máximo, con cortes impecables y chaquetas que se pegan al cuerpo, casi siempre con un solo botón.

Los pantalones van a la par. Las pinzas quedan desterradas, al menos por estos meses. Como máximo se acepta un solo pliegue en los pantalones de traje. En el resto de las propuestas son rectos, lisos y casi, casi de pitillo.

A la vez vuelven detalles como las corbatas de punto e inspiración escocesa o los pañuelos que asoman en los bolsillos del blazer. Las cazadoras y chaquetas de cuero son el contrapunto sport a la ropa para el trabajo diario.

Las propuestas más casuales tampoco dejan de lado el punto, rey y señor de la temporada, igualmente en los armarios femeninos. Un buen jersey de lana de merina, de tejido grueso y en tono crudo, resulta prioritario para llevar con tejanos o ‘Dockers’.

Los colores son los típicos del otoño, aunque entre todos destaca el verde musgo, que se mezcla con el Beaujolais, esa tonalidad vino tinto con cuerpo, que caracteriza al look otoñal masculino por excelencia. Y alrededor de los básicos gira todo un universo de complementos como los gemelos, junto con el reloj, la joyería de los hombres. Este año se llevan plateados, de estilo antiguo, adornados con piedras semipreciosas.

Otra pieza que gana adeptos es el bolso en versión masculina, que presentan tanto las grandes casas - Gucci fue una de las primeras - como las firmas de moda barata. Eso sí, mejor en tonos oscuros.