El envejecimiento de las piezas dentales, los golpes, los malos hábitos como el tabaco, el café o el vino afectan visiblemente a nuestros dientes oscureciéndolos progresivamente. También ingredientes utilizados en colutorios contra la gingivitis como la clorhexidina inciden negativamente en el blanco natural de nuestros dientes.

Por ello, el blanqueamiento dental se ha convertido en uno de los servicios más demandados en las clínicas odontológicas aunque desde nuestro día a día también podemos iniciarnos en hábitos que nos ayuden a este objetivo.

El blanqueamiento dental puede lograrse de varias maneras, unas más efectivas que otras:

Lo más común es utilizar pastas blanqueadoras, disponibles en farmacias, aunque se recomienda hacerlo siempre bajo prescripción médica y como complemento a otro tratamiento.

Los geles blanqueadores son otra de las soluciones, siempre dispensados bajo receta médica, y que se aplican con una férula de blanqueamiento. Estos tratamientos deben aplicarse un mínimo de 4 horas al día, por lo que se recomienda que sea durante la noche.

Este tipo de blanqueamiento es muy efectivo, aunque si lo que se busca es un resultado rápido lo mejor es el tratamiento con luz LED. Se trata de una moderna técnica que combina la aplicación del gel de peróxido de carbono con la luz fría LED, que activa el proceso blanqueador. Así, el tratamiento está listo en una sesión de 45 minutos.