En las vitrinas de las tiendas Louis Vuitton se exhiben varios modelos de bolsos con un cartelito debajo que indica que el modelo solamente está disponible si la clienta se apunta a una lista de espera. Los estrategas de las grandes marcas se han dado cuenta de que ese aviso no sólo no disuade a las potenciales compradoras, sino que, bien al contrario, fomenta la codicia y el deseo de poseer ese trozo de piel, tan bien ensamblado, con costuras perfectas y pespuntes impecables.

Millones de mujeres en el mundo se mueren por los bolsos, que al fin y al cabo, no dejan de ser un utensilio con cabida para esos pequeños objetos que acompañan en las salidas o en los viajes. Queda claro que la fascinación por el complemento rey crece cada temporada. No hay marca que no los fabrique, desde las más caras a las más baratas -que la mayor parte de las veces los imitan-. Esta primavera el rosa y los colores pastel se imponen, solos o mezclados, como puede comprobarse en las colecciones de Carolina Herrera y Christian Louboutin.

El amarillo es uno de los tonos estrella en las propuestas de Vuitton, mientras que Prada prefiere los verdes menta y Coach sigue haciendo guiños al rojo, al coral y el tono maquillaje, que tan buen resultado ha dado a la firma neoyorquina en temporadas pasadas. Jason Wu, por su parte, presenta una colección en tonos ácidos que destila frescor. Para lucirlos comme il faut, se impone llevarlos colgados del hombro, a la altura de la cadera. Entre las propuestas más apetecibles se encuentran esos bolsos que pueden colgarse o lucirse como cartera, adaptables al día y a la noche.

Ninna Ricci es una de las pocas marcas que propone bolsos grandes, tipo ´Shopping bag´. Alexander McQueen también se rinde al rosa. Longchamp reinventa la bolsa Le Pliegue, en una infinidad de colores, en lisos y estampados, también en piel.