Después de un tiempo sin escribir por estos lares, retomo mi actividad con una reflexión con la que me he encontrado contínuamente en los distintos sitios que he trabajado: la creencia de que no hace falta hacer ejercicio si uno ya tiene que hacer algún tipo de actividad física en el trabajo.

A lo largo de los años me he ido encontrando tanto con pacientes como con compañeros de trabajo a los que, después de valorar su problema, les he recomendado algún tipo de actividad física para mejorar sus dolencias y prevenir recaídas: ya sea actividad en piscina con un monitor especializado, ejercicios como Pilates o aerobic, potenciación muscular, ejercicio aeróbico, deportes... Conociendo que el sedentarismo es causa de muchas dolencias, tiene sentido volvernos más activos para evitar estos males.

Sin embargo es fácil encontrarse con respuestas del tipo "con lo que ya me muevo en el trabajo no me hace falta hacer más ejercicio". Si eres de los que piensa así, o conoces a alguien que lo haga, tengo que deciros que esto es un error de lo más grande, y os voy a explicar por qué:

Es cierto que los trabajos sedentarios suelen ser muy nocivos. Mantener una postura durante mucho tiempo, realizar pequeños gestos muy repetidos y tener una muslatura débil favorecen la aparición de dolencias en espalda, cuello, hombros... Además, si a esto se asocia que la persona no realiza actividad física de ningún tipo fuera del horario laboral, apaga y vámonos: candidato perfecto a dorsalgia, lumbalgia o alguna otra cosa que termine en "algia". Pero eso no quiere decir que los trabajos activos sean mejores. Es cierto que una persona que en su jornada de trabajo tenga que caminar realizando salidas a la calle, subir y bajar escaleras, recorrer largos pasillos u otras actividades similares no tiene esos riesgos asociados al sedentarismo, pero pensar que esta actividad física que realiza durante trabajo es saludable no tiene mucho sentido. Por muy activo que sea el trabajo, a no ser que seas monitor de aerobic o similar, los movimientos que hagas van a ser incontrolados, repetitivos y poco precisos. Vas a trabajar unos músculos pero otros no. Tenderás a utilizar el brazo dominante, a recorrer los mismos pasillos, a moverte de la misma manera... Además de que lo harás a unos niveles donde no va a haber ganancia a nivel cardiovascular o de fuerza muscular. Vamos, que puedes llegar a casa físicamente desgastado, pero no por eso pienses que has hecho ejercicio.

Lo que nos divierte lo hacemos mucho mejor que lo que no, eso ya lo sabemos. Si no te gusta meterte en el gimnasio a sudar, no te machaques: solo tienes que buscar una actividad que sea saludable y que te resulte amena: clases de baile, patinaje, senderismo... Si no tienes tiempo, búscalo, o aprovecha los ratos libres que tengas en casa para hacer algún ejercicio sencillo pero útil. Aquí tienes 3 ejemplos (y 1 de propina) de ejercicios que puedes hacer sin salir de casa. Si no eres capaz de hacerlo solo, busca algún amigo o compañero del trabajo para que te acompañe.

Es una forma ideal de desconectar, liberar estrés, favorecer las relaciones sociales y llegar al lunes por la mañana con una sonrisa y con energía de sobra para afrontar la semana. ¿Te apetece? ¡Hazlo! :)

¿Y tú? ¿Haces algún tipo de actividad física para mejorar tu salud?

Si no lo haces ¡anímate! Si Homer pudo, cualquiera puede ;)