"Me han dado calabazas, ponme otra ronda" es una reacción muy humana. Ahora parece que los machos de mosca experimentan ´deseos´ similares cuando tras varios intentos no logran tener relaciones sexuales. Un estudio elaborado en la universidad de California en San Francisco (EE UU) ha descubierto que la privación de la cópula en moscas altera los niveles de un neurotransmisor implicado en sistemas de recompensa cerebrales y hace que el etanol les resulte más apetecible.

"Sabíamos que el ambiente y los factores sociales afectan en el consumo de drogas en los humanos y quisimos ver si podíamos reproducir este fenómeno en Drosophila" comenta Ulrike Heberlein en Science. Ella y su equipo investigaron si la privación sexual en machos de la mosca de la fruta, Drosophila melanogaster, influía en el consumo de alcohol. Los resultados no dejan lugar a dudas.

Para ello se buscó comparar la actitud de machos que hubieran tenido experiencias sexuales bien distintas. Un grupo tuvo sesiones de ´rechazo sexual´ con hembras no receptivas durante una hora, tres veces al día, cuatro días consecutivos. En el otro los machos se juntaron durante seis horas cada día, durante cuatro jornadas con múltiples hembras receptivas.

Después los científicos dieron de comer a los dos grupos de moscas alimentos con o sin un 15% de etanol. Los resultados fueron claramente distintos y los machos ´rechazados´ tuvieron una preferencia mucho mayor por los alimentos con alcohol.

Los científicos también analizaron si darse a la bebida era consecuencia del rechazo o de la falta de cópula y comprobaron que era la falta de sexo lo que elevaba el consumo de alcohol en los machos.

De las moscas a los mamíferos

"Algunos de los mecanismos implicados en el consumo de drogas y los sistemas de recompensa están muy conservados en la evolución –explican los autores– por lo que estos resultados podrían ser extrapolables a mamíferos e incluso a humanos".

El neuropéptido Y (NPY) en mamíferos es el equivalente al NPF de las moscas y también tiene efectos en los sistemas cerebrales de recompensa. Su papel es regular la ansiedad, el sueño, la motivación sexual y hasta el consumo de alcohol.

"Podría ser que ante experiencias sociales negativas los niveles de NPY en humanos disminuyan y se potencien conductas que intenten restablecerlos" comenta Shohat-Ophir. De hecho se sabe que en estados de pena y depresión es así, pero aún no está claro si es causa o efecto.

A día de hoy están en marcha ensayos clínicos que estudian la posibilidad de modular el NPY en pacientes con depresión, trastornos del ánimo o obesidad.