El verano se relaciona con tiempo de descanso, vacaciones, aventura... El buen tiempo hace que nos apetezca salir más y probar nuevas sensaciones ya sea en ciudad, playa o en montaña. Además de tener unos cuidados generales, como la protección de la piel frente a las radiaciones solares y el aumento de la ingesta de líquidos para prevenir la deshidratación, el aumento de problemas relacionados con los ojos hace necesario unos cuidados especiales de estos órganos tan delicados.

Infecciones oculares

Es una época donde es muy habitual bañarse, ya sea en la playa, piscinas, ríos, lagos... Es frecuente que aparezcan conjuntivitis y otros problemas oculares, al igual que otro tipo de infecciones (de oído, por ejemplo).

El uso de medidas de protección (gafas para bucear o nadar) y una correcta higiene después del baño ayudarán a mantener la salud de los ojos. En caso de picor o irritación, recordemos que nunca se deben frotar los ojos, sino lavarlos con agua limpia, de forma abundante, y secarlos con un paño limpio presionando suavemente, sin frotar o introducir elementos en el ojo.

Alergias

En los meses de calor es habitual que se produzca aumento de los alergenos en el ambiente. Además del tratamiento habitual, recomendado por el médico, es útil emplear gafas de sol, puesto que, además de proteger de las radiaciones solares, reducirán el contacto de los ojos con los alergenos del ambiente.

Uso de gafas de sol

Son imprescindibles para evitar que los ojos sufran el efecto de las radiaciones ultravioleta. Además, los cristales tintados ayudarán a que el ojo soporte mejor la luminosidad de los días de verano.Ya hemos comentado antes que son útiles para bañarse o reducir los problemas de la alergia. Lo principal es que las gafas sean de calidad y adaptadas a la actividad a practicar. Las hay especiales para natación, y también para actividad deportiva, con gafas con diseños muy resistentes y preparadas para soportar golpes y caídas.

En cuanto a los colores, lo habitual es gris oscuro, verde o marrón. En el deporte se suelen utilizar naranjas y amarillas, puesto que aumentan el contraste y permiten percibir muy bien la profundidad, por lo que se suelen usar en actividades que requieran una agudeza visual más allá de lo normal.

Existen gafas de sol para cada ocasión: algunas son simplemente estéticas, y tienen lentes de plástico o cristal de baja calidad que no ofrecen protección contra las radiaciones. Si además tienen cristales oscuros, esto hace que la pupila se abra más, con lo que penetrará más radiación ultravioleta en los ojos. El uso de este tipo de gafas debe evitarse.

También existen gafas que ofrecen garantía de buena protección frente a radiaciones, así como cristales oscuros (en diferentes colores) para reducir el deslumbramiento. Este tipo de gafas son las que se deberían utilizar habitualmente, ya que se pueden adquirir en ópticas y otros comercios a buen precio, con la garantía de que el ojo estará adecuadamente protegido.

Después tenemos a las gafas especiales, con una gran protección frente a radiaciones ultravioleta y con distintos colores, formas y materiales, dependiendo de la actividad para la que estén diseñadas (deportes acuáticos, atletismo, montaña...). Son estas las que debemos adquirir si practicamos habitualmente este tipo de actividad.

Tampoco hay que olvidar que los niños también sufren los efectos del sol en sus ojos, por lo que deben utilizar gafas adecuadas, siguiendo los mismos criterios de calidad y protección que en el caso de los adultos.

En definitiva, las gafas son un elemento que es útil para proteger a los ojos de forma eficaz. Existen modelos de gafas pensados para todas las ocasiones y necesidades, por lo que es importante comprar gafas de sol que se adapten a las necesidades de cada persona y utilizarlas de forma habitual para proteger los ojos del radiante sol del verano.