Cada año se diagnostican en España más de 3.000 nuevos casos de VIH pero la eficacia de los tratamientos que hay actualmente para combatir el virus hace que apenas un tercio de estos pacientes acabe muriendo como consecuencia del sida, el estadio más terminal de la inmunodeficiencia que provoca el virus.

Así lo ha reconocido el jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Ramón y Cajal (Madrid), Santiago Moreno, en el marco de un desayuno de prensa organizado por MSD, en el que ha destacado que ahora los principales problemas con que se encuentran en las consultas son las comorbilidades o enfermedades adicionales de estos pacientes, pero "más propias de la edad que del virus".

"Todas las consecuencias de la inmunodeficiencia asociada al VIH, que fue una preocupación y causa de muerte hace años, ha desaparecido y hemos llegado a una situación en que los pacientes se encuentran en buen estado de salud, cumplen años y se hacen viejos", ha aseverado.

Globalmente, han visto que las causas de mortalidad más frecuentes son el cáncer, seguido de los problemas del hígado y las enfermedades cardiovasculares.

La incidencia de éstas y otras patologías en pacientes con VIH está relacionada con la edad de los pacientes, que continúa subiendo, según reconoce Moreno. No en vano, y pese a que la mayoría de nuevos diagnósticos siguen dándose en personas jóvenes, la edad media de los pacientes en consulta está ya en unos 40 años.

Pero además, uno de los problemas de estos pacientes es que, aunque los tratamientos permiten controlar el virus, su presencia aún en niveles indetectables hace que se mantenga un estado inflamatorio en el organismo que favorece un envejecimiento precoz del sistema inmune.

"El sistema inmunológico se desgasta con la edad, pero el VIH produce envejecimiento precoz del sistema inmunológico, lo que hace que gente más joven padezca enfermedades propias de una edad mayor. De hecho un paciente de unos 50-55 años equivale a uno de 65-70 años no infectado", ha aseverado este experto.

Esto hace que en estos pacientes sean más frecuentes comorbilidades como el cáncer, las enfermedades del hígado o las cardiopatías, ya que "el proceso inflamatorio hace que debuten antes y progresen más rápido".

Unas comorbilidades que, como ha añadido Juan Berenguer, médico adjunto de la Unidad de Enfermedades Infecciosas/VIH del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, hacen que cuando se elige el tratamiento antirretroviral se piense "también a largo plazo", dado que "son pacientes que deben tener las mismas expectativas vitales que una persona no infectada".

Una nueva familia de anti-VIH que no interactúa con otros fármacos

En este aspecto juegan un papel importante los nuevos tratamientos que se están desarrollando actualmente, entre los que destacan los inhibidores de la integrasa, que además de lograr una eficacia similar a otros tratamientos "tienen la ventaja de que su perfil de toxicidad es muy bajo y tampoco tiene interacciones significativas con los otros tratamientos que puedan estar tomando estos pacientes".

Uno de ellos es el rategravir, que MSD comercializa como 'Isentress' y actualmente es el único de esta familia que de momento se utiliza en España, que se administra en dos dosis diarias, y un reciente estudio con más de 1.800 pacientes ha demostrado que tiene la misma eficacia virológica que los inhibidores de la proteasa atazanavir o darunavir pero es mejor tolerado y ofrece menos efectos adversos e interacciones.

La eficacia de este fármaco permitirá utilizarlo como primera línea de tratamiento pero también podría usarse en pacientes que ya están con otros fármacos, ha reconocido el jefe de la Unidad de VIH del Hospital Germans Trias y Pujol de Badalona (Barcelona), Bonaventura Clotet, ya que si el virus está controlado se puede cambiar de terapia "sin ningún problema".

"Veremos a ver qué pasa con esta nueva familia de fármacos y si acaban desplazando a los inhibidores de la proteasa", ha añadido Berenguer, que destaca que el principal beneficio que ofrecen estas otras terapias es que "son indestructibles y no generan resistencias".

Habrá que elegir la mejor opción en cada caso

Para Moreno, esta amplia oferta de tratamientos permitirá seleccionar la opción más adecuada para cada paciente. "A los pacientes jóvenes todo le va a venir bien, pero en los que ya tienen una comorbilidad asociada el raltegravir ofrece la ventaja de que no interactuará con los otros fármacos que pueda tomar".

Otro factor es el número de tomas, ya que este fármaco se debe consumir dos veces al día y hay otros que se administran en una única pastilla. Sin embargo, aunque esta segunda opción pueda parecer más cómoda, hay estudios que apuntan a que el grado de cumplimiento del tratamiento es similar en ambos casos. "No sucede lo mismo cuando se tiene que tomar tres veces al día", recuerda Moreno.

Asimismo, estos expertos reconocen que el precio también será un factor "a tener en cuenta", pero "no en primer lugar", matiza Berenguer, ya que "se prioriza la salud" de los pacientes. Y en este sentido, celebran que el tratamiento con este inhibidor de la integrasa tenga un coste similar a los inhibidores de la proteasa que ya hay en el mercado.