Aunque no hay estudios a nivel nacional, se estima que entre el 70 y el 90 % de las personas con trastorno del espectro autista se encuentran desempleados, no por su formación, sino por la falta de adaptación de los procesos de selección, que priman las competencias sociales a la hora de contratar.

Dentro del colectivo de las 450.000 personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) que hay en España, las capacidades son muy variables y se pueden encontrar tanto personas con una discapacidad intelectual muy significativa, como otras que han completado sus estudios universitarios, hablan varios idiomas y tienen varios másteres.

Sin embargo, estas personas no acceden al mercado laboral debido, en buena parte, a que los procesos de selección se basan en las competencias sociales y de comunicación, áreas de especial dificultad para las personas con autismo.

Así lo señala a Efe, con motivo del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo que se celebra hoy, la responsable de Asesoramiento Técnico de Autismo España, Ruth Vidriales, quien afirma que, a pesar de que muchas de estas personas están preparadas para acceder a un puesto de trabajo, se encuentran con la barrera del proceso de selección.

"Uno de los problemas para que las personas con TEA entren en el mercado laboral es el desconocimiento que hay a nivel empresarial y social sobre el autismo y las capacidades que tienen estas personas", explica Vidriales, quien considera que el autismo tiende a relacionarse con un perfil de aislamiento.

Estos estereotipos hacen que cuando una empresa se plantea la contratación de un colectivo desfavorecido prefieran apostar por personas con alguna discapacidad física.

"En el caso del autismo es más complicado, porque se junta el desconocimiento con las necesidades que tienen estas personas a la hora de trabajar", señala.

En este sentido, Vidriales pide una adaptación de la normativa que regula el empleo con apoyo, que en la actualidad no recoge bien las necesidades de las personas con TEA y que, en su opinión, debería contemplar que el apoyo que se ofrece a este colectivo se mantenga a lo largo del tiempo.

Advierte de que si no hay ningún tipo de apoyo ni guía para estos trabajadores, habrá más probabilidades de que la experiencia laboral sea compleja, que no haya un ajuste adecuado, y que esta persona no pueda mantener su puesto de trabajo.

Pero las barreras no se quedan sólo en el acceso al mercado laboral, sino que comienzan antes, en el paso del sistema educativo a la formación prelaboral.

"Las personas con autismo llegan a la vida adulta sin haber tenido ningún tipo de experiencia formativa", relata esta experta, que echa en falta programas de cualificación profesional que se adapten a sus necesidades. Los que hay, dice, son escasos y ofertan pocas plazas.

"Nos encontramos con personas que podrían desempeñar empleos, que no pueden cursar una carrera universitaria, pero sí pueden desempeñar otras ocupaciones y que, sin embargo, no tienen opción de formarse". "En el camino se quedan muchas personas", lamenta.

Son personas que quieren trabajar y no pueden. Han disfrutado en algún momento de las oportunidades de relación que ofrece un puesto de trabajo, de la independencia que les aporta a nivel social para ellos y sus familias y una vez pierden el empleo lo sufren especialmente.

Por ello pide a empresarios y a la sociedad en general que confíen en las personas con TEA. "Pueden trabajar, quieren trabajar, son buenos trabajadores y tienen competencias para poder hacerlo".