El 12 de mayo se celebra el Día Internacional de la Fibromialgia. Esta dolencia es una enfermedad crónica, que afecta al 3% de la población general y de forma predominante a las mujeres.

Sus síntomas son dolor corporal, cansancio, alteraciones del sueño y síntomas neurosensitivos como hormigueos y calambres, así como alteraciones en el estado de ánimo derivadas de las dificultades generadas por la enfermedad.

Los últimos años se han desarrollado diversos avances en lo que se refiere a localizar las lesiones implicadas en la fibromialgia en el sistema nociceptivo y las fibras neurológicas del dolor que se distribuyen por todo el organismo, vinculadas en gran medida al aparato músculo-esquelético. Las lesiones histopatológicas de la fibromialgia muestran que las fibras nerviosas implicadas en el dolor se ven afectadas y funcionan de forma continua como también sucede en las polineuropatías de fibra pequeña causadas por algunos fármacos utilizados para el cáncer o por la diabetes.

Los factores de riesgo que pueden ayudar a identificar a aquellas personas con fibromialgia en sus estadios iniciales son el sexo femenino, antecedentes de la enfermedad en un familiar de primer grado y los dolores recurrentes que parecen determinar una predisposición al dolor. Cuando un paciente con estos factores de riesgo refiere dolor crónico extenso y persistente, desde atención primaria se debe incluir la fibromialgia entre las posibles causas.

Los fármacos proporcionan una mejora parcial y significativa en algunos casos al actuar sobre el dolor neuropático. Los especialistas emplean dos clases de medicamentos en estos pacientes: los dirigidos a los receptores alfa-2-delta que reducen la transmisión nerviosa del dolor y determinados tipos de antidepresivos que potencian el mecanismo nociceptivo que controla el dolor, que en estos pacientes se encuentra disminuido.