La depilación púbica se está convirtiendo cada vez más común entre hombres y mujeres en todo el mundo, en gran medida porque han ido cambiando las percepciones sobre el papel del pelo corporal en el atractivo, la limpieza y las sensaciones de masculinidad/feminidad.

Una investigación publicada en la edición digital de la revista 'Sexually Transmitted Infections' alerta de que la depilación del vello púbico está vinculada a un mayor riesgo de contraer una infección de transmisión sexual. Para averiguar qué impacto podría tener esta tendencia creciente en las tasas de infecciones de transmisión sexual, los científicos entrevistaron a una muestra aleatoria nacionalmente representativa de adultos estadounidenses sobre sus hábitos de aseo íntimo.

La relación parece ser más fuerte entre los que se arreglan el vello púbico con frecuencia e intensidad, una práctica que los investigadores, expertos del Departamento de Urología de la Universidad de California San Francisco y del Hospital General de San Francisco, en California, Estados Unidos, llaman "preparación extrema".

Entre una muestra de 14.000 personas con edades comprendidas entre los 18 y los 65 años de edad, unas 7.580 (56 por ciento hombres) completaron la encuesta, respondiendo a preguntas sobre la intensidad (recorte o eliminación completa) y frecuencia (de diario a anualmente), así como las herramientas que normalmente utilizan para depilar el vello púbico.

Se clasificó como depiladores "extremos" a aquellos que eliminaron todo su vello público más de 11 veces al año y "de alta frecuencia" a quienes recortaban su vello púbico diariamente o semanalmente. También se preguntó a los participantes sobre su historia sexual, con 7.470 que dijeron que habían tenido al menos una pareja sexual.

Casi tres de cada cuatro encuestados (74 por ciento) dijeron que habían arreglado su vello púbico antes, con más mujeres (84 por ciento) que hombres (66 por ciento). Entre los que se lo arreglaban, el 17 por ciento fue clasificado como depiladores 'extremos' y el 22 por ciento entre los que lo hacían con 'alta frecuencia', con uno de cada 10 que pertenecían a ambas categorías.

Sexualmente activos

En general, quienes realizaban esta práctica tendían a ser más jóvenes, más sexualmente activos y haber tenido más parejas sexuales al año y en el total de su vida que quienes no se depilaban el vello púbico. El número de parejas sexuales entre los que los depiladores 'extremos' era más alto que para cualquier otra categoría.

La herramienta de aseo íntimo más común entre los hombres (42 por ciento) era la maquinilla de afeitar eléctrica, mientras que el caso de las mujeres era la maquinilla de afeitar manual (61 por ciento). Alrededor de uno de cada cinco hombres y mujeres usaban tijeras.

En total, el 13 por ciento de los encuestados (943) dijeron que habían tenido por lo menos uno de los siguientes problemas de salud: herpes; virus del papiloma humano (VPH); sífilis; molusco; gonorrea; clamidia; virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), o piojos púbicos (ladillas). Después de tener en cuenta la edad y el número de parejas sexuales de por vida, cualquier tipo de aseo se asoció con un 80 por ciento mayor riesgo de tener una infección de transmisión sexual en comparación con no arreglarse el vello púbico.

La intensidad y la frecuencia del aseo también parecían estar relacionadas con la magnitud del riesgo: entre quienes lo hacían con alta frecuencia y los que lo practicaban de forma extrema, el aseo se asoció con entre 3,5 a 4 veces más de riesgo, en particular para las infecciones que surgen a través del contacto de piel con piel, como el herpes y el VPH.

Por el contrario, el aseo de baja intensidad/frecuencia se relacionó con una duplicación en el riesgo de infestación de piojos, lo que sugiere que el aseo podría hacer más difícil que los piojos se reproduzcan con éxito. No obstante, se trata de un estudio observacional, por lo que no se pueden sacar conclusiones firmes sobre la causa y el efecto.

Para explicar sus hallazgos, los investigadores sugieren que el aseo podría ser un indicador de los niveles más altos de actividad sexual y riesgo asociados a la infección, o que podría causar pequeñas heridas en la piel, a través de las cuales pueden pasar fácilmente bacterias y virus. En todo caso, los autores creen que hace falta más investigación para aportar más datos sobre estas posibilidades.