El mundo de las relaciones sexuales es muy extenso. Hay a quienes la cama, lugar por excelencia donde practicarlo, se les queda pequeña a la hora de tener relaciones sexuales. Otros, simplemente, quieren explorar nuevas opciones. Y dentro de esas nuevas vías de exploración, el agua siempre toma protagonismo de alguna u otra manera. La erótica del agua siempre ha existido, al igual que las preocupaciones por practicar sexo en bañeras, jacuzzis, piscinas o playas, sobre todo ahora que estamos en plena epoca estival.

Este tipo de actos tienen sus riesgos, aunque siempre se pueden tomar precauciones y ser consciente de lo que se hace. Repasamos ahora algunas de las recomendaciones que hay que tener en cuenta si se realizan algunas de estas prácticas.

Limpieza del agua

El estado del agua puede repercutir en tu salud. Es algo obvio, pero hay veces que el agua parece más limpia de lo que realmente está. Puede ser un nido de bacterias que desencadene en infecciones urinarias. Incluso, si se ha excedido en el uso de productos como el cloro, pueden aparecer hongos.

Poca lubricación

El preservativo puede sufrir durante la práctica sexual en el agua. A pesar de que se tiende pensar lo contrario, la lubricación no es tan buena como en un lugar seco y puede provocar que el anticonceptivo se rompa con mayor facilidad. Este hecho hace que se puedan contraer enfermedades de transmisión sexual con mayor facilidad si no se conoce el historial médico de la otra persona. También se recomienda que el condón se coloque y se retire fuera del agua.

Sequedad e irritación

Como se ha comentado anteriormente, el agua no ayuda a lubricar. Además de poder estropear los preservativos, también pueden provocar sequedad o irritación. Asimismo, la arena de la playa juega su papel, pudiendo provocar infecciones e irritar la piel.