Las mujeres que tienen la cabeza grande tienen más facilidad para dar a luz, según ha mostrado un equipo de expertos liderado por la investigadora del departamento de Biociencias de la Universidad de Oslo (Noruega), Barbara Fischer.

De hecho, el estudio, publicado en la revista 'PNAS' y recogido por la plataforma Sinc, sugiere que la forma de la pelvis de la mujer está asociada a la estatura y al tamaño de su cabeza. Y es que, hasta ahora se desconocía esta asociación pero se presumía que, en general, las mujeres pequeñas tienden a tener partos más difíciles que las mujeres altas.

Sin embargo, los investigadores han comprobado que las mujeres con cabeza grande, en comparación con las que la tienen pequeña, poseen un canal de parto adaptado para que los neonatos de grandes cabezas pasen más fácilmente. Esto se explica porque estas mujeres tienden a dar a luz a bebés con cabezas grandes, y porque el hueso sacro --situado encima del coxis-- es más corto en ellas, por lo que deja más espacio en el canal del parto para la salida del neonato.

Por otro lado, tanto mujeres como hombres con cabezas más pequeñas tienen una forma de cavidad pélvica más ovalada, lo que dificulta la salida del bebé en el momento del parto en el caso de las mujeres. Lo mismo ocurre con las personas altas que tienden a tener una pelvis menos redonda.

En el caso de mujeres de pequeña estatura, el estudio demuestra que estas poseen una pelvis más redonda que la de las altas, fruto de una adaptación a una fuerte presión de la selección al nacer. "La cavidad pélvica redonda que hemos descubierto en mujeres pequeñas, que es beneficiosa para dar a luz, también se ha observado en hombres pequeños", ha explicado Fischer.

Además, prosigue, los hombres, que comparten con las mujeres casi todo el material genético, salvo el sexo, presentan características similares a las de las mujeres, como sucede con la forma de la pelvis más redonda u ovalada.

Para obtener estos datos, la científica, junto al antropólogo de la Universidad de Viena (Austria), Philipp Mitteroecker, realizó diversos análisis en 3D a partir de los datos recogidos de 99 pelvis humanas, seleccionadas en los años 80 por investigadores estadounidenses para mejorar el diseño y la seguridad de los asientos de los coches a partir de la morfología de este hueso. Además, usó las mediciones de estatura y cabeza de unos 3.000 esqueletos del Museo de Ciencias Naturales de de Ciencias Naturales de Cleveland (Estados Unidos) para explicar estos cambios.

Así, comprobaron que tanto la forma de la pelvis, como la estatura y la circunferencia de la cabeza están "genéticamente determinadas". "Algunas combinaciones de estas características están conectadas genéticamente a través de la evolución, y si son favorables, se repiten en el futuro. Esto es lo que creemos que ha sucedido durante la evolución humana con la pelvis, el tamaño de la cabeza y la estatura", ha analizado Fischer.

Ahora bien, a pesar de haber identificado estos patrones, los investigadores aclaran que el riesgo individual de un parto complicado "depende de varios factores ambientales y genéticos", concluyen los científicos.