El doctor en Psicología y en Pedagogía y profesor de la facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid, Valentín Martínez-Otero, ha apuntado que la vieja frase de "no te vayas con extraños" con la que los padres alertaban a los menores de los peligros de situaciones como el secuestro, "se adapta al nuevo contexto de las redes sociales".

En declaraciones a Europa Press, Martínez-Otero ha señalado que esa advertencia de los padres no ha quedado obsoleta "aunque cambia al compás de los tiempos". Así, existe "un peligro similar" a la hora de agregar, por ejemplo, a un desconocido a la red social Facebook o Tuenti. Por ello, para garantizar la seguridad del niño, "no es adecuado ni sobreproteger ni ser demasiado permisivo", ha apostillado.

En este sentido, ha recordado que "es muy aconsejable", en relación a las redes sociales e Internet, que "se limite el tiempo de uso del ordenador, que se sitúe en lugar visible, que se hable con los hijos sobre las tecnologías y que se les den instrucciones precisas, además de disponer de filtros o fomentar la utilización crítica".

Los traumas del secuestro

"Los secuestros son acontecimientos profundamente perturbadores del equilibrio personal del menor y la recuperación de un niño tras una situación como esta requiere de un trabajo profundo", apunta Martínez-Otero, quien añade que "no es extraño que se presente el síndrome de estrés postraumático", que requiere para su atención de estrategias de asunción de lo acontecido, de relajación o de canalización positiva de estados emocionales, entre otras medidas.

De la misma forma, ha destacado el papel de la familia, de la escuela y de los amigos, que "repercute enormemente" sobre el niño liberado. Además, ha advertido de que "hay traumas que se encierran en la memoria y que vuelven a aparecer años después", algo que resulta "muy perturbador", pues consiste en una especie de repetición del trauma, con sus pensamientos, temores y sufrimientos asociados.

Medidas de protección europeas

El número de teléfono único de la Unión Europea (UE) para alertar sobre niños desaparecidos --el 116000-- ha detectado un total de 206 casos en España entre el 10 de septiembre de 2010 y el 31 de diciembre de 2011, de entre las cerca de 4.000 llamadas recibidas, según ha adelantado la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR), encargada de gestionar este servicio.

En declaraciones a Europa Press, el director del teléfono de atención al menor de la Fundación ANAR, Luis Estébaranz, ha señalado que "casi el 50 por ciento de estos expedientes", que ahora ya se encuentran "en su mayoría cerrados", tiene que ver con fugas de los menores. "Estos niños y jóvenes que se van del domicilio lo hacen en ocasiones escapando de situaciones muy difíciles, no siempre se trata de fugas adolescente por pura rebeldía", han concretado Estébaranz.

De la misma forma, desde la Fundación ANAR apuntan que en segundo lugar, por número de consultas en este teléfono, se encuentra las situaciones de secuestro parental, mientras que los secuestros por parte de desconocidos y con fines criminales se sitúan en el último puesto, por detrás de los casos de menores de edad inmigrantes no acompañados o los niños perdidos. Los datos de este informe preliminar al que ha tenido acceso Europa Press serán presentados en las próximas semanas.

A través de este teléfono gratuito y confidencial, que funciona los siete días de la semana y las 24 horas del día, se atienden tres funciones básicas: se facilita la denuncia de cualquier desaparición de un menor de edad en España, se ayuda a la Policía aportando pistas y se ofrece un apoyo a la familia, a través de un equipo de psicólogos, abogados y trabajadores sociales.

Del niño pintor de Málaga a los hermanos Bretón

La página web missingkids.com, que cuenta con datos de la comisaría General de Policía Judicial e Interpol España, contabiliza un total de 23 casos abiertos en España, en un listado entre los que se incluye desde los casos más actuales, como el de los hermanos Bretón --desaparecidos en Córdoba--, a otros fechados en 1987, como es el caso de David Guerrero, el niño pintor de Málaga, que desapareció sin dejar rastro alguno.

"Un niño desaparecido puede haberse fugado, ser un menor de edad inmigrante no acompañado, ser objeto de un secuestro parental, puede estar perdido o ser víctima de un secuestro criminal. La desaparición de un niño es siempre una situación trágica en la que una reacción inmediata puede ser determinante para, incluso, salvar la vida del propio niño", ha concluido.