Giro histórico en Facebook, la red social más popular del mundo (2.000 millones de usuarios activos, un cuarto de la población de la Tierra). En próximas fechas, el muro de cada usuario mostrará de manera prioritaria aquellas publicaciones compartidas por familiares y amigos y, por contra, relegará aquellas que hayan subido los medios de comunicación, personajes famosos y marcas que promocionan sus productos. El cambio en el algoritmo que selecciona y define la prioridad de los contenidos que muestra la red, y que supone un regreso a los orígenes de la compañía presidida por Mark Zuckerberg, no ha sido bien recibido por el mercado. Las acciones de Facebook cayeron el viernes un 4,77 por ciento en la Bolsa de Nueva York.

¿Por qué Facebook cambia así de rumbo? La compañía reconoce que ésta es «una de las actualizaciones más importantes» que ha hecho hasta la fecha. El responsable de la sección de noticias de la red, John Hegeman, lo explica así a AFP: «Pensamos que la interacción entre las personas es más importante que el consumo pasivo de contenidos». Desde siempre, la idílica doctrina oficial de Zuckerberg es que Facebook llegó a este mundo para hacer el bien, para crear una sociedad mejor. Pero detrás de este cambio está la intención de frenar dos problemas que están minando de manera muy seria la reputación de la compañía.

En primer lugar, la proliferación de noticias falsas en esa red durante 2017, especialmente en el proceso electoral de Estados Unidos, ha señalado a esta plataforma digital como una de las principales responsables de la llegada al poder de Donald Trump. Facebook tiene un grave problema de filtrado de contenidos y muchos señalan a Zuckerberg como uno de los principales culpables de la peligrosa polarización social, sustentada en la difusión sin límite de mentiras propagandísticas radicales, ahora llamadas posverdades. Pese al giro anunciado en Facebook, hay periódicos, como The New York Times, que dudan de que este cambio contribuya a frenar la radicalización y la propaganda masiva. El algoritmo primará ahora los contenidos enlazados por familiares y amigos, procedan de periódicos acreditados o de publicaciones inventadas, así que, según este diario, el nuevo método de selección acentuará la creación de burbujas informativas, que encierran a los usuarios en un mundo únicamente alimentado por noticias compartidas por gente que piensa como ellos, sin dar entrada a las necesarias opiniones divergentes que promueven el debate, el cambio, la creatividad y la tolerancia social.

El cambio en la selección automática de los contenidos perjudicará, en principio, a los medios de comunicación altamente dependientes de Facebook. En especial, a aquellos cuya estrategia se basaba en el clickbait, las publicaciones tituladas para captar el click del lector, sin importar la verdadera calidad y veracidad de la información allí suministrada. En las pruebas que se vienen realizando desde octubre en algunos países, como el caso de Eslovaquia, la caída de visitas se constató en los medios menos importantes, no así en aquéllos ya consolidados «y con una página de inicio fuerte».

Facebook tiene otro motivo para este cambio. Hasta ahora, el algoritmo estaba diseñado para monopolizar la atención del usuario, para tenerlo enganchado «explotando la psicología humana», como reconoció Sean Parker, expresidente de la compañía. Pero las alarmas saltaron con la constatación -a través de estudios hechos y difundidos por la propia compañía- de que una difusión de contenidos que acentúe la adicción y el enganche continuo, sin favorecer las interacciones, está causando malestar entre sus usuarios y puede acabar en hartazgo y alejamiento definitivo de las redes sociales. Por eso han decidido rebajar la dosis. John Hegeman traduce todo esto al lenguaje vaticanista de la compañía y explica que, con este «gran cambio», «la gente va a pasar de hecho menos tiempo en Facebook, pero esto nos conviene porque hará más precioso el tiempo que pasan y, a fin de cuentas, será bueno para nuestra actividad». Paul Smalera, en la revista Quartz, lo cuenta de otra manera. Dice que Facebook no hace más que imitar la táctica de los narcotraficantes. «Este movimiento fue seguro cuidadosamente diseñado. Los gerentes de producto se dieron cuenta de que los usuarios que abandonan las redes sociales no regresan, mientras que si les suministran una dosis reducida de la droga podrían mantener más tiempo a los adictos. Pregúntele a cualquier camello: cortar el producto es mejor que tener usuarios muertos por sobredosis y, en el caso de Facebook, muerto significa que el usuario abandona las redes sociales. Y, claramente, ése no es un mundo en el que Zuckerberg quiera vivir».