Carmen Sotillo es para Lola Herrera su «amiga». Una amiga con la que lleva compartiendo cuarenta años de su vida. La actriz, y «su» amiga, regresan a València para volver a representar Cinco horas con Mario. Una obra que, por encima de todo, habla de los asuntos eternos del ser humano: de la culpa, de la soledad, de la incomunicación y del sentido de la vida.

Cinco horas con Mario es, sin duda, uno de los mayores y más originales éxitos teatrales de las últimas décadas. Se estrenó por primera vez el 26 de noviembre de 1979 en el Teatro Marquina de Madrid. Fue la primera vez que un texto de Miguel Delibes llegó a la escena. Junto al debutante autor, debutaron también en el teatro: José Sámano en la Producción, Josefina Molina en la Dirección, Rafael Palmero en la Escenografía y Luis Eduardo Aute en la ilustración musical de una obra de teatro. La obra, en su primera fase, llegó a representarse a lo largo de 10 años con los teatros abarrotados. Años después se repuso con igual o mayor éxito.

La relación de Lola Herrera con la obra de Miguel Delibes Cinco horas con Mario es tan duradera que, cuarenta años después, la actriz sigue representando a Carmen Sotillo. Y lo hace, extrañamente, con el mismo productor y la misma directora. Pero con más ilusión y diversión que cuando la representó por primera vez. El personaje en un inicio, recuerda Lola Herrera, le produjo una mezcla de fascinación y rechazo porque cuando intentaba «asomarse» a su interior se sentía «desbordada y paralizada a la vez». Ahora, a sus 83 años, se divierte «muchísimo» en cada una de las representaciones.

¿Sigue descubriendo a Carmen?

Descubrirla es mucho decir, pero sí te digo que siento que hay una nueva Carmen. Ahora que me he reencontrado con ella, las cosas han cambiado mucho; cambia la manera de ver las cosas, la distancia... el tiempo modifica las cosas y la manera de verlas. Eso, afortunadamente, es lo que me pasa con Carmen. Nunca pensé que podía disfrutar tantísimo en esta ocasión. Me atrevería a decir que es la etapa en la que más estoy disfrutando de Carmen.

¿En qué ha cambiado la Carmen que descubrió en 1979 a la que ahora, en 2019, regresa a la escena?

Parece que ha pasado una eternidad. Uf, aquella época y todo lo que teníamos encima... A Carmen he ido comprendiéndola poco a poco, su situación, sus miedo... A pesar de conocer esa etapa y esa vida con la cadencia de tantas cosas... Comprendo esas frustraciones porque yo pertenezco a esa época, una época en la que la sociedad estaba hecha y en contra de la mujer; una época en la que parecía que no existíamos para nadie y teníamos que acarrear con lo que nos tocaba. Carmen, desde su quiero y no puedo, poco a poco ha ido comprendiendo muchas cosas que pueden resultar un poco chuscas como el lenguaje que ella utiliza o el culpabilizar a todo el mundo de lo que le pasa y sobre todo al muerto. Pero yo es que creo que Carmen, fundamentalmente, se desespera con ella misma porque tenía ansias de montones de cosas que ella no pudo poner en practica. Creo que ella ni supo que tenía esa angustia, que era algo inconsciente que la empujaba porque ella era bastante más moderna de lo que le tocaba ser en aquella época y recurría a todas las cosas aprendidas y a lo que la sociedad le dictaba pero realmente yo sus frustraciones las he ido comprendiendo cada vez mejor.

¿Cómo sería Carmen en esta época?

Sería una mujer mucho más normal, pero la madre sería siendo la misma. O sea, que su vida seguiría siendo una cruz porque tener una madre que te enseña ciertas cosas... digamos que Carmen era una obsesión en el sentido de que no había tantas mujeres pudientes o de clase media tirando a alta. Carmen con la misma madre habría variado pero no demasiado, quizás se habría saltado a alguno de los frenos impuestos socialmente. Creo que algo sí que habría avanzado porque realmente las cármenes de la época son las seguidoras de las cármenes que hay ahora.

Demos gracias por lo que hemos avanzado.

Sí, hemos dado pasos de gigante, lo que pasa es que no hay que confiarse mucho porque lo que hemos ganado tiene una fragilidad social y política... Hay que estar en alerta para no dar un paso atrás, solo caminar hacia adelante y en ese camino ir consiguiendo cosas porque está clarísimo que están surgiendo corrientes que no van a nuestro favor.

¿Habla usted entonces de los contradiscursos?

Parece que el avance no debe convenir para nada. No logro entender porqué los hombres no quieren dejar paso a que las mujeres tengan los mismos derechos y la misma situación que ellos cuando todos somos seres humanos. El hombre no debe olvidar que le ha parido una mujer, solo por eso le debía tener un respeto al sexo femenino y a los derechos que tenemos que tener. Respecto al poder, creo que es machismo puro y duro. Un dominio total. Eso de violencia de género... todo tipo de violencia es de género porque es por ser mujer y no por otra cosa.

¿Sigue siendo Carmen su psicóloga?

Todos los personajes que interpretas ejercen una situación de sentarte en el diván con ellos porque te llevan a analizar muchas cosas y te obligan a buscar dentro de tí mismo.

Esta interpretación, ¿no supone un desgaste emocional?

No, no, yo soy actriz y hago mi trabajo en el teatro, cuando salgo del teatro soy una persona normal con una vida totalmente normal. A lo largo de los años, he representado esta obra en diferentes ocasiones y en cada ocasión he disfrutado de distintas cármenes. He ido analizando y averiguando lo que había detrás de ellas en todo momento, y entre otras cosas, ahora veo que había bastante amor por parte de Delibes al explicar un montón de cosas. Ahora mismo, con Carmen me divierto muchísimo y me lo paso muy bien. Carmen llora por muchas cosas, hace un duelo por ella misma, porque se le ha muerto el marido, por lo que ha perdido, por lo que no ha hecho, por tantas y tantas cosas, que yo creo que mucha gente se siente identificada porque todos tenemos que llorar por algo y lamentar algo. Todos tenemos una frustración y en Carmen se dan unas cuantas pero es que también en esa época se daban situaciones difíciles.

Cinco horas con Mario sigue vigente, entre otras cosas, porque habla de asuntos eternos como la culpa, la soledad, la incomunicación o el sentido de la vida.

Es una cosa que nos atañe a todos y en todas las épocas. Es un clásico y como tal, yo, no me canso de decirlo, estoy disfrutando mucho cuando no pensaba que a esta edad estuviera haciendo a Carmen. Ha sido una casualidad que haya vuelto a aparecer Carmen en mi vida, pero lo cierto es que lo estoy disfrutando muchísimo. También es cierto que seguimos llenando allí donde vamos porque la gente tiene la necesidad de venir a ver a Delibes y a esta mujer. Ahora viene a vernos mucha gente joven, chicos y chicas, con lo que hay gente que descubre esta obra. Es una alegría muy grande el ver los teatros llenos y el tener incluso que prorrogar. La gente sigue sacándole jugo a este proyecto tan maravilloso.

¿Por fin ha salido el teatro de la crisis?

La crisis que hemos pasado ha sido muy grande y el teatro era, de todo, lo más prescindible para la gente. La gente vuelve a ir al teatro pero en el camino se ha quedado mucha gente y eso no hay que olvidarlo.