El presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, dio ayer un sonoro golpe de efecto que condicionará la vida política del PSOE a nivel nacional. En el debate del estado de la comunidad, anunció su decisión de no repetir como cabeza de cartel socialista para las elecciones autonómicas de 2016. La noticia cayó como un jarro de agua fría sobre la guardia pretoriana del secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, muy cuestionado internamente, y dio alas al sector crítico, de tal forma que el líder de Ferraz tuvo que salir a la palestra para recordar que el calendario que se abre ahora para la organización andaluza no tiene por qué ser el que siga la formación nacional.

Nadie supo bien si Rubalcaba expresó su decisión o un deseo, porque lo cierto es que su rival directa en el último congreso, Carmen Chacón, elogió la «responsabilidad» del presidente andaluz al pensar «en un relevo generacional». El paso de Griñán abre varios melones sin catar: el debate sobre la sucesión de Rubalcaba, que quería celebrar las primarias tras las europeas de 2014; el de la suya propia, cuya alumna mejor colocada es la consejera de la Presidencia, Susana Díaz, que ayer no dijo ni esta boca es mía; el de un posible adelanto electoral en Andalucía, de tal forma que los comicios se celebrarían en 2014 y no en la primavera de 2016; y, de paso, provocó un maremoto en el PP, que tendrá que elegir, ahora sí, rápido a su líder autonómico -nadie quiere a Zoido-, y en IU, que teme un horizonte de ruptura del pacto de gobierno y unas elecciones anticipadas, con la posibilidad de perder la mayor cuota de poder autonómico aglutinado jamás.

Primero la noticia: Griñán dijo en el Parlamento andaluz que limitará a dos sus mandatos, lo que significa que no optará a la reelección. Sustituyó a Manuel Chaves el 22 de abril de 2009, y tras tres años, en marzo de 2012, perdió por tres escaños las elecciones con el PP, pero siguió gobernando tras un pacto con IU de un ayer cariacontecido Diego Valderas.

El presidente de la Junta dijo que un proyecto político «ha de renovarse permanentemente», introduciendo de paso otro sano debate: el de limitar a dos los mandatos presidenciales del PSOE, y, por extensión, el de todo tipo de cargos, incluida la Junta. Primero, eso sí, pidió diálogo al respecto. Por tanto, su ocaso político llegaría en la primavera de 2016, aunque los rumores sobre un adelanto electoral para 2014 son cada vez más insistentes. Tiene 67 años, y hasta ahora, pese a haber apoyado a Chacón en el congreso federal, ha sido el principal valedor de Pérez Rubalcaba, cerrando en varias ocasiones el debate sobre su sucesión, una posición reforzada por el enorme peso del aparato autonómico en el partido. Andalucía es la federación más numerosa y la que marca los tiempos.

«Los partidos son los que aseguran la sucesión de las causas, las personas estamos sujetas a la biología», dijo a un perplejo Parlamento autonómico. El presidente debe «renovarse periódicamente». Habló del éxito de la Transición que sirvió para construir un modelo de convivencia jamás visto en España. Ese marco ha de servir de ejemplo para demostrar cómo se pueden renovar los actores políticos y de cómo pueden cambiar la política y la construcción de un país. «A pesar de ello, no es tiempo de pensar en el pasado para repetirlo, sino para construir desde su recuerdo un futuro distinto; no puede ser que la sociedad cambie, los retos cambien, los problemas sean nuevos y que los dirigentes no sean solidarios con el cambio».

Señaló que en los cuatro años que lleva dirigiendo el Ejecutivo andaluz, ha hecho frente a un periodo «de una intensidad común», donde intentó «sostener el timón de Andalucía en los peores momentos de tormenta financiera», para que la nave de la comunidad «no se desviara del progreso y la justicia». Lo hará en esta legislatura, porque quiere «una comunidad con consensos renovados».

Nada más conocerse la noticia, el PSOE andaluz filtró su intención de apurar los plazos para realizar primarias en julio. La consejera de la Presidencia, Susana Díaz, elogió a su jefe pero no mostró sus cartas. Hay consenso en torno a su cercano liderazgo autonómico. El vicesecretario andaluz, Mario Jiménez, se borró de la puja. El tándem de poder queda claro.

Si el gesto de Griñán supondrá un cambio de norte en la brújula de Ferraz, es una posibilidad que no le gusta a Rubalcaba, quien vio ayer «atinado» el adiós de Griñán, pero no el suyo. «Los dos compartimos también que el calendario del PSOE es el calendario del PSOE y no va a cambiar por esta decisión que corresponde a la Junta de Andalucía y que es para Andalucía». No para España le faltó decir.

Su guardia de corps saltó rápido a la arena. El expresidente de la Junta Manuel Chaves, a quien sucedió Griñán por imposición de Zapatero, pidió que las razones del presidente andaluz, «sean cuales sean», no se interpreten en clave interna. «Espero que no desvíen la atención del partido de los problemas de los ciudadanos, que esto no se enfoque hacia el interior del partido», precisó. Sobre si ello afectará a Rubalcaba, dijo: «Una cosa no tiene que ver con la otra; uno es presidente y el otro es secretario general».

Rubalcaba no quiere ni oír hablar de primarias antes de las europeas de 2014. Fuentes de Ferraz insistieron en que la decisión del líder andaluz no trastoca la hoja de ruta de la cúpula nacional, y no se dan por aludidos sobre el relevo generacional: recordaron, incluso, que Rubalcaba tiene cinco años menos que Griñán, quien en 2016 tendrá 70 años.

Carmen Chacón, la antagonista de Rubalcaba, no habló del asunto de forma directa, pero su lenguaje corporal y sus palabras la delataron: elogió la responsabilidad de Griñán por pensar «en un relevo generacional». Quizás sea una forma de agradecer el apoyo que la primera recibió del jefe del Ejecutivo andaluz en el congreso. «Hoy no es el día de pensar en eso», subrayó en cuanto a su sucesión. Pero si el calendario electoral andaluz se adelanta en dos años, a 2014, la cuerda se tensará también para la ejecutiva federal. El secretario de la federación madrileña, Tomás Gómez, también descartó este punto.

Algunas informaciones hablaban ayer de que Rubalcaba no sabía nada, pero el expresidente de Castilla La Mancha José María Barreda precisó en el Congreso que sí lo sabía y que lo respeta. Hay incluso algún crítico que ironizó al respecto asegurando: «Cuando las barbas de tu vecino veas pelar...».

Sin saberlo, Griñán ha tensado los andamiajes del PP andaluz, en el que Juan Ignacio Zoido, alcalde de Sevilla y presidente regional, es cuestionado día sí y día también por los barones provinciales. No le gusta a ninguno. Ayer, el portavoz del PP en el Parlamento, Carlos Rojas, aseguró que lo que hizo el presidente andaluz es dimitir por el tema de los ERE, se quejó de que no haya dado explicaciones sobre el sumario que instruye la juez Alaya y habló de una posible imputación.

Eso sí, no miró para dentro, porque si el PSOE elige en julio a Susana Díaz como cabeza de cartel para las andaluzas de 2016 y los comicios se celebran en 2014, el PP tendrá que trastocar su calendario y elegir antes, mucho antes, a su líder, sin que hasta ahora haya una alternativa clara a Zoido, al que se cuestiona desde todos los frentes incluso más que a su antecesor Javier Arenas. Además, en plena ofensiva austera del PP nacional, el andaluz lo tendrá difícil para repetir la victoria pírrica de 2012.

En cuanto a IU, el vicepresidente de la Junta, Diego Valderas, descartó un adelanto electoral -«no está encima de la mesa»-, se dijo sorprendido por el momento elegido para comunicar la marcha, y explicó que tendrá que ser el propio Griñán quien decida si aguanta lo que queda de legislatura. «El acuerdo de gobierno es entre el PSOE e IU, no entre Griñán y Valderas», indicó, y recordó que hace poco la coalición de izquierdas eligió a Antonio Maíllo como coordinador general. Tal vez, ¿pero será éste el cabeza de cartel en las próximas autonómicas? Griñán dinamitó ayer la tensa calma de la escena política nacional y, de paso, le ha montado un circo a IU y PP.