El presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, es un producto de José Luis Rodríguez Zapatero. Fue el expresidente del Gobierno el que forzó, en abril de 2009, la marcha de Manuel Chaves para traer aire fresco a Andalucía, pese que su sustituto era un viejo conocido de la política nacional -fue ministro de Felipe González- y de la autonómica. Pero ZP también fue el valedor de Alfredo Pérez Rubalcaba, al que reinventó primero como portavoz del PSOE en el Congreso y luego como ministro del Interior. Fue su segundo nacimiento. Ahora, todo el mundo se pregunta si podrá aguantar el tercer envite serio de su carrera: el adiós de Griñán como jefe del Ejecutivo andaluz y el posible efecto rebote de ese gesto. Rubalcaba está en jaque. En unos meses se sabrá si mate.

Ayer, Alfredo Pérez Rubalcaba dijo claramente, y en Bruselas, que no iba a cambiar el calendario del PSOE. Lo tiene claro: consejo territorial el 6 de julio en Granada; un Comité Federal el 13 de julio en Madrid y una gran conferencia política en octubre. Las primarias, para después de las elecciones europeas de 2014.

«El calendario del PSOE es el calendario del PSOE y no va a cambiar», precisó Rubalcaba, quien acto seguido indicó: «He hablado largamente con Griñán sobre el asunto y comparto sus decisiones». Algunos teletipos insinuaban ayer que el líder socialista no sabía nada del anuncio del presidente regional, como se pudo intuir por las caras de la portavoz socialista en el Congreso, Soraya Rodríguez, o de Ramón Jáuregui, mano derecha del jefe de la oposición desde hace años.

Incluso Manuel Chaves, ahora dirigiendo la comisión del Pacto de Toledo, pidió que no se confunda el calendario andaluz con el nacional ni un cambio de sillón en el Gobierno andaluz con los problemas de los ciudadanos.

Rubalcaba insistió: «Me parecen atinadas sus razones, y tengo que decirles que los dos compartimos también que el calendario del PSOE es el calendario del PSOE y no va a cambiar por esta decisión que corresponde a la Junta de Andalucía y que es de y para Andalucía».

El presidente de la federación socialista madrileña, Tomás Gómez, descartó también un efecto dominó sobre Rubalcaba desde el Palacio de San Telmo. Griñán no pondrá en dificultades a Rubalcaba, precisó. Y eso que la amenaza es doble, porque el líder del Gobierno andaluz habló también de limitar a dos mandatos la Presidencia de la Junta y la del partido, en la línea de su primer valedor, Zapatero, que estuvo casi ocho años en el poder.

Lo cierto es que el presidente de la Junta habló de «relevo generacional», y su gesto da oxígeno a los críticos. Algunos se relamían ayer mirando de reojo a su presa, aún no cobrada. Un diputado socialista poco afín a Rubalcaba habló ayer del «efecto contagio» y echó mano del refranero: «Cuando las barbas de tu vecino veas pelar pon las tuyas a remojar».

La gran opositora a Alfredo Pérez Rubalcaba, la exministra de Defensa Carmen Chacón, estuvo ayer, o al menos lo intentó, diplomática, pero sus silencios pesaron más que lo que dijo, porque adulando a Griñán estaba, indirectamete, agraviando a Rubalcaba. «A las personas, más que por sus palabras, se las conoce por sus actos, y creo que éste es el acto de una persona generosa, honesta y digna», dijo en los pasillos del Congreso. Y luego añadió: «Ha sido una decisión muy meditada que tiene que ver con la responsabilidad que tiene y, como él mismo ha dicho, pensar en un relevo generacional, garantiza el presente y el futuro del Gobierno andaluz».

También fue preguntada por si un calendario marca inevitablemente al otro, a lo que Chacón, que recibió el apoyo de Griñán en el congreso de Sevilla en el que optó a la secretaría general, evitó contestar y se limitó a indicar: «Hoy no es el día para pensar en eso, sino en el presente y en el futuro de millones de andaluces». Debió pensar en el día que Zapatero le pidió que diera un paso atrás para que Pérez Rubalcaba pudiera ser candidato a la presidencia del Gobierno.

Ferraz fue ayer insistente en que el calendario nacional no se toca y su hoja de ruta es buena. Ni siquiera quiso comentar lo del relevo generacional, que parece ser la alusión que ha escocido de verdad en la cúpula. Rubalcaba, dijeron las fuentes consultadas, tiene contrato hasta 2016, y no ha desvelado aún si se presentará a las primarias, pese a que su círculo íntimo da por hecho que no lo hará. Recuerdan, incluso, que Rubalcaba tiene 62 años y Griñán 67. El jaque podría convertirse en mate si Fouché Rubalcaba, como se le conoce, no lo remedia.