El socialismo andaluz repite fórmula para salir de la ciénaga de los falsos ERE (expedientes de regulación de empleo) tras más de 30 años en el poder de la mayor comunidad autonómica. Como el PSOE regional hace seis meses, el sindicato UGT intenta ahora el borrón y cuenta nueva con otra Susana Díaz.

La recién elegida secretaria regional ugetista, Carmen Castilla Álvarez, y la del Partido Socialista y presidenta de la Junta ya han sido definidas como lideresas con vidas paralelas. Las coincidencias saltan a la vista: han sido las dos primeras mujeres en llegar a esos cargos en Andalucía y sus fulgurantes ascensos al poder se ha producido sin pasar por las urnas. Jóvenes y feministas, comparten un mensaje renovador y, además, pretenden representar el cambio generacional, pero sin rupturas con el pasado. Aunque, eso sí, también hay diferencias.

Hija de un ama de casa y de un veterano socialista, fontanero en el parque móvil del Ayuntamiento de Sevilla, Susana Díaz es la mayor de cuatro hermanas. Criada en la sede de la agrupación de Triana, pronto se hizo con su control para convertirla en el trampolín de su imparable carrera por el poder. Al contrario que la nueva líder de UGT, Carmen Castilla, la estrella emergente del socialismo forma parte de esa casta de políticos que jamás han trabajado fuera del partido. Su vida laboral está inédita, como hasta hace un par de años su expediente académico.

A mediados de los noventa, Susana Díaz abandona sus estudios universitarios convencida de que su futuro estaba en las Juventudes Socialistas, desde donde en 1997, con 23 años, inicia su escalada política. Los títulos de licenciada en Derecho y diplomada en Alta Dirección de Instituciones Sociales por la Fundación San Telmo son muy recientes.

El currículum académico y profesional de la flamante líder de la UGT andaluza contrasta con el de la presidenta de la Junta y es inversamente proporcional a su escasa experiencia en la dirección de la central. Carmen Castilla no se paseó por la Universidad ni vivió de la política ni del sindicalismo. Además de diplomada en Enfermería, es licenciada en Derecho y en Psicología, tiene un doctorado en Salud Mental y un máster en Salud Pública y Gestión Sanitaria.

En 1990 recibió el premio extraordinario de fin de carrera por el mejor expediente de las escuelas universitarias de Enfermería de la Universidad de Sevilla y en 2003 fue galardonada con el nacional de investigación del colegio profesional. Carmen Castilla nunca ejerció de liberada sindical. Muy al contrario, goza de un reconocido prestigio profesional en los hospitales donde trabajó, como el Virgen Macarena, donde ejerció de directora de enfermería.

Nacida en Écija hace 45 años, Carmen Castilla tiene siete hermanos y siempre presumió de dar el callo sin mayores servidumbres. Militante socialista, se enfrentó al PSOE local e incluso llegó a fundar otra formación, de la que llegó a ser concejala y portavoz. Tras la bronca con el entonces alcalde, el partido maniobró para que la nombraran jefa de enfermería del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.

Ésta es, a grandes rasgos, la mujer encargada de sacar a la UGT de la UCI. Su llegada a la secretaría regional del sindicato guarda paralelismo con la de Susana Díaz al frente de la mayor federación socialista. Carmen Castilla fue elegida esta semana por un comité extraordinario al que sólo estaban convocados 121 dirigentes. De este modo no ha tenido que someterse a las urnas de un congreso con 300 delegados, como exigía Cándido Méndez. Algo parecido sucedió meses atrás con Susana Díaz, convertida en presidenta tras unas primarias exprés que no se llegaron a celebrar al no conseguir sus rivales los avales necesarios.

Otra coincidencia es que su vertiginoso ascenso al poder sobrevuela el cruce de las tramas de corrupción de los falsos ERE y el supuesto desvío de subvenciones concedidas por los gobiernos socialistas de la Junta andaluza a UGT durante años. Cercado por los escándalos, José Antonio Griñán nombra heredera a Susana Díaz y abandona el poder ante su previsible imputación por la juez Alaya.

A Carmen Castilla no le gusta que se la defina como la Susana Díaz de UGT, aunque la estrategia para soltar lastre sea idéntica a la del PSOE. Tampoco a ella le ha faltado mentor: Manuel Pastrana, el secretario regional de UGT hasta mayo y su descubridor cuando estuvo ingresado en el Hospital Virgen Macarena. La maniobra (con desobediencia a Cándido Méndez, partidario de un congreso extraordinario) ha sido obra de Antonio Tirado, un afín a Pastrana y hombre fuerte de la todopoderosa federación regional de servicios públicos de la central socialista.

La inapreciable experiencia de Carmen Castilla en la dirección del sindicato contrasta en cambio con la trayectoria de Susana Díaz en el PSOE, a la que desde la derecha se llega a definir como «política voraz, carne de aparato, catedrática en maquinaria interna del partido y medradora nata». De ella se dice que siempre ha apostado por el ganador, que nunca ha perdido una batalla interna y que distingue a la perfección entre amistades e intereses. No escasean las informaciones sobre cómo utilizó a sus padrinos y los fue dejando de lado hasta llegar al mismísimo Griñán. Entonces, la gran experta en censos y delegados, tiene su único tropiezo: se sube al carro de Carme Chacón y pierde ante Rubalcaba por un puñado de votos. Sin duda, los críticos le pasaron factura.

Su ascensión a la Presidencia de la Junta andaluza ha sido vendida por los socialistas como el cambio histórico y generacional que llevaban años esperando. Tanto el modelo sucesorio como la campaña de imagen para vender un talante renovador parecen haber sido calcados por el sindicato hermano con Carmen Castilla siguiendo el modelo de Susana Díaz.

Por lo pronto, la nueva secretaria regional de UGT ha prometido que habrá un antes y un después de su elección, pero sin mencionar el escándalo de los ERE que se ha llevado por delante a sus predecesores. En cuanto a la presidenta Susana Díaz, que en su día habló de reclamarle a UGT la devolución de subvenciones, Carmen Castilla le pidió «lealtad, transparencia y firmeza».

Sorprendió, por último, que en su primer discurso dijera que «alguna pega me pondrán, quizá que soy rubia o que tengo 45 años y aparento 35». La otra lideresa del socialismo andaluz tiene 39 años, está casada sin hijos, y ahora, en vez de su pelo oscuro y rizado, luce melena ondulada con mechas claras. Seguidora del Betis, Susana Díaz fue catequista y cuando contrajo matrimonio se paseó por Triana en coche de caballos.