Volar de Burdeos a Antequera. Agarrar el AVE, en feliz coincidencia intermodal, y llegar a Málaga dando un rodeo casi supersónico por Sevilla. Disfrutar más tarde de la subsede del Museo del Prado, arrancar alguna flor del bulevar del Guadalmedina e, incluso, hacer tiempo yendo en metro a El Palo antes de llevar a los niños a un campo temático de prestaciones similares a Eurodisney. Si esto es 2015, esto debería ser entonces la provincia, o al menos, lo que hubiera sido de haberse cumplido a rajatabla los programas con los que los partidos acudieron a las tres últimas elecciones andaluzas. Todo un manual de literatura de anticipación, con promesas sepultadas, y, otras casi eternas, recuperadas ahora por enésima vez al abrigo del 22M, con un empeño que, de nuevo, los partidos se empeñan en calificar, veremos si prudentemente, como realista.

2012: la austeridad

Con la crisis rugiendo como una bestia por los pasillos de las administraciones, las formaciones encorsetaron su discurso y trocaron los grandes proyectos por políticas de corrección, tanto en lo que respecta al gasto público como a la persecución de la morosidad. Los programas se hicieron más sobre el terreno y con menos grandilocuencia, aunque tampoco faltaron las iniciativas. Izquierda Unida, que acabaría formando parte del gobierno, prometió el tercer hospital, además de la rehabilitación de los conventos de San Andrés y de la Trinidad y un plan de mejora educativa que incluía la construcción de 30 centros de secundaria.

La cultura independiente

El PP, además de austeridad, prometió la llegada de una subsede del Museo del Prado. En el caso del PSOE llama la atención entre las promesas incumplidas la de su candidato por Málaga, Luciano Alonso, que garantizó que Cultura sería una consejería independiente apenas unos meses antes de ocuparla en combinación con Educación y Deporte.

Lluvia de millones

En 2008, con el desastre económico percibido como un mal sueño, los partidos no se bajaron del barco y acudieron a las elecciones, entonces celebradas de manera simultánea a las generales, con una batería de propuestas todavía influidas por los tiempos del boom y la fiesta del crecimiento. Los socialistas, por ejemplo, se presentaron armados con una cantidad de proyectos que colocados en fila servirían para aplacar buena parte de las cuentas pendientes actuales que mantiene la administración con la ciudadanía. El tercer hospital, el AVE entre Antequera y Sevilla, las líneas 1 y 2 del metro (completas) y la recuperación del río Guadalmedina, a la que se sumaban tres nuevos puertos deportivos.

Aeropuertos y Mickey

En aquella convocatoria, el resto de partidos tampoco fue a la zaga en ambición. Izquierda Unida planteó un plan para los barrios marginales provisto de 1.000 millones de euros, mientras que los populares tiraron la casa conjetural por la ventana, con un programa de infraestructuras dotado de 42.000 millones y una serie de iniciativas que incluían desde el inicio de nuevos aeropuertos en Antequera, Huelva o Campo de Gibraltar a 1.500 kilómetros nuevos de autovías y un parque temático en la Costa del Sol «similar a Eurodisney». Sobre los tres partidos, planeaba además la conclusión del auditorio para la capital, una de las pocas ideas sempiternas que no han visto en esta ocasión la luz de los programas. De momento, porque aún restan días e intentos de golpe de efecto bajo la manga.