­7.000 kilómetros y cuarenta actos. No son los números de un ironman, sino los del presidente del PP andaluz, el malagueño Juanma Moreno Bonilla, un hombre muy supersticioso que ha centrado su campaña en darse a conocer y en hacer ver su obsesión con el empleo y las rebajas de impuestos. Todo el apartado del PP nacional, con Mariano Rajoy y sus ministros a la cabeza, se ha volcado con el exsecretario de Estado de Asuntos Sociales, un candidato que va a acabar con los pies destrozados, pues ha dado dos vueltas a Andalucía en esta campaña y realizado una media de tres o cuatro actos diarios.

Así, ha visitado todas las provincias y capitales excepto Cádiz ciudad (valor seguro con Teófila Martínez) y se ha centrado en el litoral y en los bastiones tradicionales del PP. Una de sus ocupaciones ha sido la de pasear por las calles de distintos municipios para tener un contacto más cercano con sus votantes, aunque cuando entregaba los folletos decía: «Soy Juanma Moreno y es la primera vez que me presento», prometiendo un cambio a mejor a quien quisiera escucharle.

Sus mensajes de campaña han sido claros y no es que sus asesores se hayan comido mucho la cabeza: incidir en el empleo, «una obsesión»; de hecho dice que creará medio millón en cuatro años; y en los impuestos, de forma que bajará el tramo autonómico del IRPF y eliminará el impuesto de sucesiones y donaciones.

También ha agitado el espantajo del miedo. «Todo lo que no sea votar al PP supondrá la continuidad de los 33 años del PSOE-A», de forma que Ciudadanos y Podemos son «experimentos» que van a darle su apoyo a Susana Díaz. «El único voto útil, práctico y seguro es al PP-A».

En Almería, emuló a los candidatos ingleses participando en un speaker corner, recibió con flema la «decepción» de un votante del PP que lo saludó con desgana en una asociación de vecinos de San Fernando, y se mostró supersticioso al no querer pasar bajo una escalera en uno de sus paseos. «Por ahí no paso, que tengo que ganar unas elecciones», llegó a decir. Javier Arenas, el enemigo en casa, se montó un martes y trece en un barco en la última campaña. Ganó, pero acabó hundiéndose.