Hay varios momentos en los que Susana Díaz emparenta el defender a Andalucía con votar al PSOE. Y lo hace de una manera que convierte sus actos de campaña en actos de felicidad para sus parroquianos, que acuden con horas de antelación para escuchar lo que ya le han inculcado en sus casas. Habrá casos, como ciertos amores, que han llegado con retraso pero por lo general se conoce al dedillo la teoría de cómo se ejecutó la llegada del bienestar a la región. Resumiendo a la extrema sencillez, Andalucía era una tierra oprimida, que se dibujaba en blanco y negro, hasta que vino el PSOE y con él la democracia. Entonces, también vino el color y con el color la educación y la sanidad. «Yo me hice del PSOE porque es el único partido que mejora la vida de las personas», dijo ayer en Málaga la candidata de los socialistas a presidir la Junta de Andalucía. El segundo día de campaña trajo toda la maquinaria socialista a la Facultad de Derecho y en una intervención que apenas se prolongó media hora, Díaz puso sobre la mesa todo aquello que tan bien le ha funcionado al PSOE en los últimos años, y que, así apuntan las encuestas, volverá a servir para ser la fuerza más votada: jugar mucho a identificar al PSOE con Andalucía y al PP con todo lo que no es y está en contra de la comunidad. Un juego en el que ha incluido esta vez a Ciudadanos, una formación, como aseguró, que sólo servirá para entregarle sus votos a Juanma Moreno.

Díaz empezó su intervención en Málaga, ante un auditorio abarrotado, frente a más de 800 personas según la organización, haciendo un resumen de lo que han sido estos primeros dos días de campaña. Díaz, así lo manifestó, ya habría recibido una retahíla de insultos que bien servirían para resumir lo que tiene que ofrecer cada partido: «Yo he contabilizado ayer (por viernes) en torno a 15 insultos. Esta mañana (por ayer), siete caravanas recorriendo a Andalucía para meterse conmigo», dijo, antes de identificar a los que la estarían zahiriendo con «una coalición de gente negativa que quieren bloquear a esta tierra y parar a Andalucía». Esta coalición, según Díaz, la forman los líderes nacionales de PP y Ciudadanos. Pablo Casado y Albert Rivera, que, según continuó, están utilizando a Andalucía como laboratorio para su propia lucha por la hegemonía en el espectro de la derecha. «Han convertido estas elecciones en una primera vuelta de las generales», exclamó Díaz lo que, según ella, «no se atreverían a hacer en otras regiones».

Díaz, que pasó por alto a Pedro Sánchez en su intervención, tampoco nombró apenas a sus otros contendientes. A Juanma Moreno, incluso, se lo tomó a broma. «Por si había una duda, han puesto unos carteles que dicen 'Garantía de Cambio'. Si en 15 días no te sirve, no te preocupes, que tengo otro», dijo en relación al incierto futuro de Moreno en caso de desplome en las urnas. En su tono habitual, pasional, de aliento cercano («yo me siento orgullosa de mi acento»), la aspirante a presidir la Junta enfatizó sus conquistas en materia de sanidad y educación. Además, prometió un refuerzo en asuntos como la dependencia y resaltó la importancia del PTA para Andalucía.

Esta es la tónica general que se presume para la campaña de Díaz, que volverá a la provincia el próximo 26 de noviembre, donde tendrá un mitin en Marbella.