Los andaluces están llamados a votar este 2 de diciembre en unos comicios que decidirán su futuro. Las elecciones de este domingo en Andalucía se presentan de lo más decisivas, tanto para la comunidad autónoma, como para el resto del país.

La campaña de las elecciones andaluzas ha sido de lo más intensa y las últimas encuestas auguran unos resultados muy ajustados entre los partidos. Es por eso que los votos nulo o en blanco pueden inclinar la balanza a favor o en contra de los candidatos.

Este tipo de voto se produce cuando se introduce en la urna un sobre vacío. La ley electoral actual considera válido el voto en blanco, por lo que se suma a los votos obtenidos por las diferentes candidaturas para hacer el reparto de españos.

Y aquí es cuando entra en juego la ley D'Hondt,ley D'Hondt el sistema de cálculo proporcional utilizado en el sistema electoral español. Conforme a éste, en cada circunscripción se excluye primero a las candidaturas que no hayan obtenido, al menos, el tres por ciento de los votos válidos emitidos, por lo que al incluir los votos en blanco una candidatura necesita más votos para lograr escaño.

Para entender esto, es mejor utilizar un ejemplo: en una circunscripción imaginaria en la que ha habido 1.000 votos a candidaturas, 200 en blanco y 50 nulos, teniendo en cuenta sólo los votos a candidaturas un partido necesitaría 30 votos (el 3%) para conseguir un escaño, mientras que al tener en cuenta los votos en blanco requeriría 36 (el 3% de 1.200).

Por lo tanto, en teoría, esta forma de voto desfavorecería a los partidos pequeños porque la misma ley d'Hondt les perjudica en las circunscripciones pequeñas. Sin embargo, el profesor de Ciencia Política de la Universidad de Málaga Manuel Arias asegura que en la realidad ni beneficia ni perjudica porque no es común que los partidos se queden en el límite del tres por ciento de los votos.

Ahora bien, esta clase de voto tiene un significado claro: al igual que el voto nulo se considera "gamberro" y de enfado, el voto en blanco transmite la idea de que la persona está de acuerdo con el sistema electoral pero "no le satisface ninguna opción", según Arias.