Andalucía se convirtió este domingo en el escenario de un vuelco político sin precedentes en unas elecciones autonómicas, donde siempre ha gobernado el PSOE. Por primera vez en la historia política de la autonomía, los socialistas podrían perder el poder, pese a ganar las elecciones del 2D, si las dos formaciones de centro derecha, Ciudadanos y PP, unen sus votos al populismo representado por Vox. Adelante Andalucía, por su parte, la confluencia de Podemos e IU, logra menos escaños que la suma de ambos partidos en los comicios de 2015.

Con el 99,77% de los votos escrutados, el partido de Susana Díaz logró el 27,96% de los votos (1.007.951 sufragios), lo que se traduce en 33 escaños, una pérdida de 14 parlamentarios en relación a los 47 que logró en 2015, por lo que se queda muy lejos de los 55 que suponen la mayoría absoluta. Ni siquiera suma con Adelante Andalucía y ni los vientos alisios que provienen del Gobierno socialista de Pedro Sánchez han podido evitar el batacazo de la actual presidenta de la Junta de Andalucía. Está por ver qué pasos dará la actual secretaria general de los socialistas andaluces.

La gran novedad de la jornada es que la derecha, por primera vez en su historia, supera la mayoría absoluta de cara a un posible Gobierno en la Junta. Atrás queda la victoria de Javier Arenas con el PP en 2012, fecha en la que cosechó 50 escaños, una suma alta pero que no le valió para gobernar tras pactar los socialistas con IU. Ahora, el abanico ideológico que va del centro a la extrema derecha está muy fragmentado. Ciudadanos experimenta un crecimiento espectacular, al subir de los nueve escaños de 2015 a los 21 del 2D (18,26%, 658.411 votos) y el PP cae de los 33 (748.338 votos, 20,76%) a los 26. La suma de las dos formaciones no da para lograr la mayoría absoluta, pero si se añade una tercera variable absolutamente imprevista por todos los sociólogos, la fuerte irrupción de los populistas de extrema derecha de Vox en el Parlamento andaluz, sí salen los números. Las encuestas variaban en sus previsiones, les daban entre uno y cuatro escaños en el mejor de los escenarios. Este domingo lograron 12 (395.185 votos, 10,96%). Es decir, el PP y Cs podrían ofrecerle a Vox formar parte del Gobierno o firmar un pacto de investidura y luego recabar su apoyo puntual para sacar adelante determinadas iniciativas. Los doce parlamentarios de Vox más los de 26 del PP y los 21 de Cs suman 60, cinco escaños por encima de la mayoría absoluta.

Y ahora... ¿qué? Se avecinan pactos postelectorales

Todo esto tiene varias lecturas: la primera es que el malagueño Juan Manuel Moreno Bonilla, a quien todos auguraban un difícil futuro político, podría gobernar la Junta de Andalucía, aunque está por ver qué hace Ciudadanos. Apoyar a un Gobierno autonómico sostenido o del que forme parte Vox puede pasarle factura de cara a unas elecciones generales que se celebrarían en primavera o coincidiendo con las municipales, a finales de mayo, si Pedro Sánchez no logra sacar adelante los presupuestos generales del Estado para 2019. De momento, las declaraciones de naranjas y azules apuntan a ese camino, es decir, a un vuelco en el Gobierno de la Junta de Andalucía. Juan Marín, candidato de Cs a la Presidencia de la Junta, señaló poco después de conocer el resultado que «el cambio ha llegado a Andalucía y además lo ha hecho por la puerta grande», un cambio que «solo puede liderar un partido que crece, en el que los andaluces han depositado su confianza». En el PP, su presidente, Pablo Casado, pidió a Moreno encabezar el cambio en Andalucía. ¿Y si Juan Marín también exige ser presidente, pese a reunir menos votos que la formación popular? Las negociaciones se presumen difíciles. También podría ofrecerse Marín a Susana Díaz, aunque eso está por ver y dependerán de la marcha de las conversaciones entre las tres formaciones del espectro ideológico que va del centro a la extrema derecha. Díaz, por su parte, ya advirtió ayer, tras asumir su amarga victoria, de los peligros de permitir que la extrema derecha toque puestos de gobierno en la autonomía andaluza.

La confluencia formada por IU y Podemos, Adelante Andalucía, cosechó 17 parlamentarios (582.945 votos, 16,17%), menos de los que sumaban IU (cinco) y Podemos (15) en las elecciones de 2015. Ni siquiera con su apoyo podrían gobernar los socialistas, que ahora dependen por entero de que Juan Marín decida romper las previsiones y la apoye para continuar otros cuatro años en San Telmo.

Otra de las grandes protagonistas de la jornada fue la alta abstención, del 41,35%, casi cuatro puntos más que en 2015 (3,65 puntos en concreto), lo que perjudica siempre a los partidos mayoritarios. Esta vez los votantes socialistas no se movilizaron para apoyar al partido, aunque sí lo hicieron los conservadores para auxiliar a los suyos. También cabría la posibilidad de la repetición de elecciones en unos meses si ninguna de las conversaciones para formar Gobierno llegan a buen puerto, algo que no es improbable.