Partido Popular y Ciudadanos inician hoy las negociaciones para el cambio de Gobierno en Andalucía, que debería estar ultimado antes del 27 de diciembre cuando se constituye el Parlamento autonómico. Un acuerdo que para el partido naranja pasa «sí o sí» por que su candidato, Juan Marín, sea el presidente de la Junta. Esta posición «irrenunciable» colisiona de plano con la que mantiene el PP, que hace valer sus 26 escaños frente a los 21 de Ciudadanos para defender que la Presidencia la tiene que ocupar Juan Manuel Moreno Bonilla, y de ahí tampoco piensa moverse. Así, si ninguno de los dos cede, Andalucía puede verse abocada a repetir las elecciones ya que la posibilidad de que Cs y el PSOE lleguen a un acuerdo es más que remota.

Una repetición de los comicios, aunque Cs ya no descarte esa posibilidad si Marín no es el presidente, es siempre arriesgada para todas las fuerzas políticas, pero quizá sean PP y Cs los que más puedan perder en caso de volver a las urnas, ahora que tienen casi en la mano el Gobierno andaluz.

El factor Vox

En este escenario tan complicado también hay que contar con Vox porque sus doce escaños son imprescindibles para desalojar a los socialistas, a no ser que los votos de estos elijan la abstención, una opción improbable pero que Cs tiene pensado abordar con el PSOE.

Serán los equipos negociadores de Cs y PP, liderados por sus respectivos secretarios generales, José Manuel Villegas y Teodoro García Egea, quienes empiecen a mover hoy todas las piezas del tablero puesto que ambos se consideran a sí mismos interlocutores preferentes.

Los populares van incluso más allá porque ven al partido de Albert Rivera como único interlocutor - ayer su vicesecretaria de Estudios y Programas, Andrea Levy, consideró a los naranjas sus «socios prioritarios»-, intentando así marcar distancias con la ultraderecha, con la que sí parecían contar cuarenta y ocho horas después de las elecciones andaluzas.

Ni siquiera cerraban la puerta a que Vox pudiera entrar en un pacto de gobierno, como dejó caer el presidente del PP, Pablo Casado, pero ahora da la impresión de que esa puerta ha sido clausurada.

Por el contrario, Cs no quiere poner líneas rojas a nadie cuando ni tan siquiera han arrancado las negociaciones y aunque reconocen notables diferencias con Vox, podrían contar con ellos, por ejemplo, para el reparto de la Mesa del Parlamento si fuera necesario para conseguir su apoyo. Del mismo modo, tampoco rechazan hablar con los socialistas, aunque han insistido estos días es que la prioridad es negociar un pacto global con el PP, que quieren tener listo para Navidad.

Pese a ser tercera fuerza, Cs se arroga el derecho a encabezar un nuevo gobierno en Andalucía porque, defienden, ha sido el único partido de los cuatro principales que ha crecido frente a socialistas (que pasan de 47 a 33 escaños) y populares (de 33 a 26) y además no tiene lastres de corrupción. Por eso, pelearán hasta el último momento por la Presidencia de la Junta mientras en la retaguardia espera Vox, que se sabe casi indispensable para dar este giro al Ejecutivo andaluz aunque ha dejado claro que no tiene intención de entrar en el gobierno y su única intención es acabar con el «régimen socialista».