Juan Manuel Moreno Bonilla habría pulverizado el cronómetro si fuera ciclista; pero es político y, quiera o no, las generaciones venideras le recordarán como el primer presidente de la Junta de Andalucía no socialista en cuarenta años de autonomía y el que estrena el casillero, también, para los malagueños y los populares. Y eso que, tras el 2D, bajó desde los 33 escaños obtenidos en las andaluzas de 2015 a los 26 de ahora. Con casi la mitad de los 50 parlamentarios que sacó Javier Arenas en 2012, 50, va a gobernar. Susana Díaz, jefa del Ejecutivo andaluz hasta anteayer, le llamó la atención sobre que no podrá decir que ha obtenido la confianza mayoritaria de los andaluces; pero él le contestó que ya tuvo ese ejemplo con José Antonio Griñán, que lideró un Gobierno tras perder ante el campeón de Olvera.

Su papel es complicado, como además de ser el último sorayista o uno de los penúltimos defensores del legado de Mariano Rajoy en un PP ahora enfilando de nuevo las tesis casadistas, que son las de Aznar pero con un barniz neocon, ha debido hacer gala de su moderación, que no es impostada, para tratar de parir un gobierno de coalición con Ciudadanos y un pacto de investidura con Vox, una formación que ataca, por cierto, postulados básicos que él defendió durante su etapa como secretario de Estado de Igualdad y Servicios Sociales (2011/2014): así, impulsó iniciativas tales como La Ley General de Derechos de las Personas con Discapacidad o la Estrategia Nacional para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, entre otras. Ahora, los ultraderechistas quieren cargarse la ley andaluza de violencia de género, entre otras.

En marzo de 2014, cuando De Cospedal ya tenía elegido al relevo para Juan Ignacio Zoido al frente del PP andaluz, otro sevillano, cómo no, fue elegido presidente de los populares en la región contra todo pronóstico y lo primero que se le recordó es que era malagueño. Sin embargo, y pese a haber obtenido unos discretos resultados en los dos comicios en los que ha participado como cabeza de cartel, su moderación y las continuas denuncias en materias tales como política económica o los escándalos de corrupción, lo han hecho acreedor de un crédito político que ahora le ha sido reconocido, sobre todo tras un debate de investidura en el que hizo gala de su bonhomía y capacidad para el diálogo a la vez que de sus creencias liberales. Él ha hablado de consenso y de cambio, aunque lo va a tener difícil, tanto en la calle como en el Parlamento. De hecho, ya explicó en uno de sus discursos que no va a tener ni cien días de cortesía.

Lo ocurrido, de cualquier forma, ya forma parte de la historia, les guste o no a los miembros del PP sevillano que ya habían encendido su pira funeraria, con la participación de algunos miembros de la formación en Málaga.

Nacido en Barcelona, es hijo de emigrantes del Valle del Guadalhorce, aunque volvió pronto a Málaga y pasó aquí su infancia y su adolescencia. Tiene 48 años, está casado y es padre de tres hijos. Se ha graduado en Protocolo y Organización de Eventos y tiene varios másteres y programas de postgrado, aunque su verdadera vocación ha sido siempre la política. No en vano, en 1993 presidía Nuevas Generaciones (NNGG) en Málaga y en 1995 accedió al cargo de concejal de Juventud y Deportes en el Ayuntamiento de Málaga tras la llamada de Celia Villalobos. En 1995, fue elegido presidente de NNGG de Andalucía y de 1997 a 2001, fue responsable nacional de esta organización.

Desde el principio, su carrera política ha sido ascendente. Así, de 2000 a 2011 fue diputado nacional y en 2014, además de ser senador autonómico desde mayo de 2014.

Una vez elegido como presidente del PP andaluz, varios miembros de otros partidos y algunos medios de comunicación sembraron dudas sobre su currículo profesional, fundamentalmente en cuanto a los másteres. Él asumió con deportividad las críticas y las achacó a que había un error en su currículo cuando llegó al Congreso de los Diputados.

Ahora, se enfrenta al gran reto de gobernar Andalucía durante los próximos cuatro años y optar a un segundo mandato.