Que salga por Antequera. No el sol, que también. El sorayismo. Esa corriente dentro del PP que muchos se habían precipitado en dar por extinta por ese fuego interno que causan siempre las guerras partidistas. Ayer resucitó con fuerza en el mismo lugar que alumbró la autonomía andaluza. Si solo dura la mitad, que serían veinte años, al sorayismo le queda un porvenir radiante. Juanma Moreno celebró su primer Consejo de Gobierno y en el orden del día figuraba el nombramiento de los once viceconsejeros, que deben acompañar a los titulares de las respectivas carteras. Puestos de segunda fila, bromeaban algunos en el patio central del Ayuntamiento de Antequera, que es donde se improvisó un atril y unas sillas para que Moreno compareciera con una hora de retraso ante los periodistas ahí comparecientes. El nuevo presidente de la Junta fue uno de los principales apoyos que tuvo Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias contra Pablo Casado. Si antes de las elecciones andaluzas Moreno tuvo que sufrir el intrusismo en las listas desde Génova (Miguel Ángel Ruiz de 3), los nombramientos de los viceconsejeros confirman la autoridad y la libertad que le confieren su nuevo estatus como presidente de la Junta de Andalucía. Tanto dentro como fuera del partido. Hubo algunos suspiros de sorpresa, al correr primero como rumor, luego como confirmación nítida, el nombre de Antonio Sanz como viceconsejero de Presidencia. Pero su vuelta a un puesto de alta responsabilidad es muy revelador. Solo hay que hacer un poco de memoria y volver al pasado mes de junio, cuando Sáenz de Santamaría presentó su candidatura en Málaga. Ese paseo multitudinario por la calle Larios, en cliché de favorita a suceder a Mariano Rajoy. Afanados, entonces, en prestarle la máxima cobertura, en el centro de la foto, aparecían Moreno, Sanz y Elías Bendodo. Aquella instantánea, que parecía depurada por la victoria de Casado en las primarias, se recompone ahora en la Junta de Andalucía. A Bendodo se le atribuye una buena relación con Sanz y una mejor relación aún con Javier Arenas. Por lo tanto, le sobraban los motivos para contar con el gaditano para que las piezas vuelven a encajar en alterado engranaje del PP andaluz. Bendodo, eximido de sostener los equilibrios con Génova y medir cada paso con Francisco de la Torre para no malograr su futuro político, se confirma como el hombre fuerte de Moreno. Y Arenas demuestra que sigue teniendo mano y que su aliento siempre se notará en el cogote. Porque el rescate de Sanz también se puede leer como un órdago directo al casadismo. El Confidencial informaba por la mañana que José Ortiz, casadista con pedigree, era el elegido para hacerse con la presidencia del PP de Cádiz. Sanz tenía marcado el camino al cadalso, pero Bendodo ha cortado la cuerda cuando más apretaba. Y marca terreno en el ámbito provincial, al no ceñirse a elegir a su viceconsejero de dentro del PP de Málaga. Voluntarios no han faltado desde que se conoce la composición del nuevo Gobierno. Moreno no ha querido entrar en asuntos de partido. Se limitó a saludar que Sanz deje la presidencia del PP en Cádiz, pues le permitirá «entragarse en cuerpo y alma a la viceconsejería». Con Bendodo, sin embargo, no parece aplicar este rasero.

El otro nombre malagueño es el de Ana Corredera, que ocupará la viceconsejería de Agricultura con Carmen Crespo. Corredera está demostrando su capacidad para sobrevivir en el ruedo de hámster que es la política. Si su intención es ofrecer el currículum con más cargos distintos, va por buen camino. «A Ana Corredera la colocan seguro en algo», comentaba una fuente del PP con cierta sorna (¿o envidia?). Corredera no ha sido afín a Sáenz de Santamaría ni ha estado muy pegada a la dirección provincial del PP de Málaga. Pero Bendodo no la dejó caer. De concejala del Ayuntamiento de Antequera pasó a diputada en el Parlamento andaluz, aunque se quedó fuera en 2015. Después de estar un tiempo sin un cargo público, Bendodo la fichó como cargo de confianza en la Diputación. A Corredera apenas le dio tiempo a cobrar su primera nómina. A las seis semanas, recibió la llamada de Juan Ignacio Zoido, entonces ministro del Interior, y se fue con él a Madrid. Tras la moción de censura, volvió a la Diputación como directora técnica de Empleo.

Otra prueba de fuerza de Bendodo se dará con el nombramiento de Patricia Navarro como delegada del Gobierno de la Junta en Málaga. Manolo Barón ya lamentaba la pronta marcha de José Ramón Carmona. «Esto funciona así con los buenos. Cuando lo tienes todo montado, vienen y te lo desmontan», precisó.