­Las elecciones generales en Andalucía han dejado algunas certezas y muchas incertidumbres. Si se leen en clave autonómica las cifras, queda claro que la autonomía sigue siendo un bastión socialista, pese a que desde el 2 de diciembre gobierna una coalición de PP y Cs apoyada parlamentariamente por Vox. El PSOE andaluz, con el 99,03% de los votos escrutados, logró 25 escaños en la región, uno más que el 28 de abril. El porcentaje de votos fue del 33,41%, es decir, 1.407.503 sufragios. Sin embargo, han perdido apoyos los de Susana Díaz, porque en las generales del 28 A lograron 1.568.682 sufragios, por lo que habrían perdido más de 150.000 votos de una cita a otra.

La otra certeza es la subida espectacular de la ultraderecha, conocida el 2 de diciembre en las autonómicas y constatada ahora con un resultado que sólo puede calificarse de histórico. Vox sube hasta los 12 escaños, frente a los seis del 28 de abril. Logran 858.401 votos, el 20,38% del total. Durante buena parte del recuento, la formación de extrema derecha estuvo por encima del PP, que en el descuento recuperó mucho terreno.

La formación de Juanma Moreno, presidente de la Junta, ha parado la sangría en relación a las generales del 28 de abril. Algo ha podido influir, sin duda, la senda alcista de la marca nacional, pero también la acción de gobierno autonómica. El PP sube de 11 a 15 escaños, sumando 865.295 sufragios, frente a los 787.384 del 28 de abril. Un crecimiento muy notable que confirma a los populares como segunda fuerza política en Andalucía.

La debacle absoluta fue protagonizada por Ciudadanos, que se hunde en la mesa electoral andaluza pasando de los 11 diputados cosechados en la autonomía en las generales del 28 de abril para lograr, apenas seis meses después, sólo tres congresistas. En concreto, se quedan con el 8,08% de los votos emitidos, que se traducen en 340.531 sufragios, casi medio millón menos de votos que en las generales de primavera. El golpe es fuerte, porque la marca se ha hundido y amenaza con sumir al partido en la inestabilidad más absoluta. Habrá que ver qué hace Albert Rivera con estos resultados, porque la marca, unida a fuego al personalismo presidencialista del catalán, podría entrar en un proceso centrifugador si no sabe gestionar la derrota ni leer lo que le han dicho los electores. Nada se ha notado, por cierto, que formen parte del Gobierno andaluz tras el dos de diciembre ni tampoco parece haber tenido efecto el perfil reformista del que presume el presidente de la Junta, Juan Marín. Son, desde este domingo, la quinta fuerza política de la región.

Unidas Podemos, por su parte, también ha sufrido una derrota sin paliativos, perdiendo más de 100.000 votos en las elecciones (siempre hablando de clave andaluza). Los morados pasan de lograr nueve diputados a sumar seis, con el 13,05% de los votos emitidos (549.722). Parece que el electorado les ha pasado factura por no haber apoyado a Pedro Sánchez en un Gobierno de progreso, aunque también han sufrido el castigo que el sistema electoral español dispensa a la fragmentación de los partidos de un bloque ideológico, dado que la irrupción de los errejonistas, Más País, han impedido que la izquierda a la izquierda del PSOE sume más apoyos. Los de Íñigo Errejón no consiguen ningún escaño en la comunidad autónoma, sumando el 1,31% de los votos, es decir, 55.110 sufragios. La participación cayó del 70,78% al 68,23%% de este domingo.